Relaciones Exteriores

Periodo Parlamentario 1995-2000

Perú-Ecuador
P E R Ú - E C U A D O R
2.1.3 Sesión del Pleno del Congreso de la República,
de fecha jueves 15 de octubre de 1998, en la que el Congreso
debatió el pedido de otorgar carácter
vinculante a la propuesta de los Países Garantes

 

 

El señor Presidente Víctor Joy Way Rojas.— Verifiquen en el tablero antes de que se cierre el registro de la asistencia.

Con la presencia de ciento cinco señores congresistas, y contándose con el quórum reglamentario, continúa la sesión.

Continúa el debate del proyecto de resolución legislativa que aprueba el procedimiento planteado por los países garantes y presentado por el Poder Ejecutivo para la solución de las discrepancias en el tema de la fijación de la frontera terrestre común con el Ecuador conforme al Protocolo de Río de Janeiro, al Laudo del árbitro Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos complementarios

El señor PRESIDENTE.— Saludamos nuevamente la presencia del señor Presidente del Consejo de Ministros, ingeniero Alberto Pandolfi Arbulú; del señor Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Fernando de Trazegnies; y del señor Ministro de Defensa, general EP Julio Salazar Monroe.

Como indicamos, concluimos el día de ayer toda la jornada dedicada a recibir la información: el informe por parte del señor Ministro de Relaciones Exteriores y el conocimiento de todos los documentos, entre ellos el relativo a los pareceres y opiniones técnico-jurídicos, así como el Proyecto de Tratado de Comercio y Navegación.

Hoy corresponde la jornada de intervención de los congresistas para una definición respecto del proyecto legislativo, cuya aprobación solicita el Ejecutivo.

En esta fase cada congresista tiene derecho a cinco minutos más una tolerancia de hasta otros cinco minutos. Yo les pido esto porque, en el mejor de los casos, la extensión mayor será de diez minutos, de tal manera que puedan administrarse los tiempos de cada uno.

 

Señor Jorge del Castillo, ayer yo cometí una omisión. Usted había pedido la palabra casi al final; desafortunadamente, levanté la sesión en ese momento, y le pido, por favor, pueda hacer uso de la palabra. Pido disculpas por lo que sucedió ayer, ya que corté el debate antes de tiempo.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Le agradezco mucho, señor Presidente.

No es la presente intervención una reiteración, una intervención redundante, sino una respetuosa insistencia al señor Canciller en lo siguiente.

... Voy a concluir; pero que termine de hablar por teléfono el señor Canciller, porque es una pregunta directa al señor Canciller a través de la Presidencia, señor Presidente.

Señor Presidente, nosotros ayer hicimos una intervención señalando que esto tenía la naturaleza de un arbitraje. Es más, les dijimos, glosando al propio Canciller, "no puede haber un arbitraje de un arbitraje"; y revisamos que el arbitraje —por así llamarlo— de Braz Dias de Aguiar se había producido y que todo el Perú y el Ecuador lo habían aceptado sin venir al Congreso de la República —ni la fórmula Aranha ni el laudo de Dias de Aguiar—; pero todo el mundo lo había cumplido respetuosamente hasta el punto que se pudo cumplir, hasta que se produjeron los impasses.


C O M I S I Ó N D E
Entonces, yo quería insistir en la opinión jurídica del señor Canciller de la República. Él ha dado ya razones por las cuales no es un arbitraje; pero ayer, señor, todos los peruanos nos hemos quedado impactados con la declaración del señor presidente del Ecuador Jamil Mahuad, quien en una declaración televisiva dijo: "esto es un arbitraje". Y lo dijo tres veces. Yo ayer lo mencioné, glosando el diario El Universo, de Guayaquil; pero ayer ya todo el mundo lo escuchó en vivo y en directo.

Entonces, allí hay un tema en el que quisiéramos, en todo caso, tener mucho más claro el panorama.

Ahora, aceptemos, en la presunción de que se aceptara la tesis de que esto no es un arbitraje, qué cosa es; y, definiendo bien qué cosa es, por qué el Congreso tiene que pronunciarse. Ése es el tema, porque constitucionalmente no corresponde al Congreso un pronunciamiento de esta naturaleza, sino, en todo caso, una decisión del Ejecutivo, como lo fue la aceptación de la fórmula Aranha, como lo fue la aceptación del arbitraje —entre comillas— de Dias de Aguiar.

Ésta era la precisión, porque, probablemente por un error involuntario del señor Canciller, ayer no se respondió esto, y nos parece que es indispensable tener este marco jurídico para poder formar la opinión que corresponde.

Yo quisiera solamente concluir rogando que los técnicos se sirvan transmitir... Vamos a pasar, un minuto, esta versión, para el que no la haya podido ver.

Si no bajan el telón, no se va a poder ver nada. Es la versión del señor Presidente del Ecuador, que me parece que es fundamental para que nosotros formemos una opinión completa, clara y correcta del tema.

El señor PRESIDENTE.— Le interrumpo un momento, señor Del Castillo.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Sí, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Para información, no es materia de debate. Simplemente está haciendo uso del pedido que quedó pendiente ayer para el señor Canciller; pero quisiera dejar por sentado que ésta no
es materia de debate.

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Está claro, es solamente una insistencia en una pregunta que habíamos formulado ayer.

Gracias, señor; y vamos a ver... Quizá dure un par de minutos el video.

El señor PRESIDENTE.— Pueden dar inicio a la proyección.

—Se inicia la proyección de un vídeo.

"El señor Presidente del Ecuador, Jamil Mahuad.— Pienso que, cuando buscamos la paz y al mismo tiempo yo digo "no puedo ceder; yo no puedo firmar un documento en esas condiciones", la otra parte se sensibiliza, la otra parte dice "bueno; entonces, ¿qué hacemos?; si no queremos la guerra, sólo nos queda un camino: busquemos la participación de terceros países". Y estos terceros países, si dan una opinión obligatoria —con el nombre que se le quiera poner—, es, como dice nuestro amigo Ortiz, un arbitraje; eso es en la práctica, es una decisión definitiva.

¿Y cuántos años ha peleado el Ecuador por llegar a esa situación? Como Benjamín mismo lo dice: "y ahora por primera vez lo tenemos, con algo adicional".

En todas las conversaciones con el presidente Fujimori, con los garantes, yo decía qué importante sería que Su Santidad intervenga en este procedimiento, qué importante sería tener una opinión de esa naturaleza; y claro, lo que siempre se contestó fue: "aquí hay un Protocolo de Río de Janeiro, y el Vaticano no tiene ninguna relación con el Protocolo ni es un país garante".

El arbitraje papal propuesto hace muchos años por el presidente Borja habría sido muy conveniente para el Ecuador, pero era inviable en la práctica. Un arbitraje tiene que ser pedido por los dos países; Perú jamás aceptó la idea de que ese arbitraje pudiera darse. Tan pronto como terminó el discurso del presidente Borja en Naciones Unidas, donde él propuso esta fórmula, pocos minutos después pidió la palabra el representante de Perú para indicar de que no era ése el mecanismo, que ellos no lo
aceptaban. Y, si no lo aceptan los dos países, no podía avanzar. Pero además, aunque lo hubieran pedido los dos países, tiene que haber la voluntad del posible árbitro, diciendo "está bien, yo me comprometo, lo voy a aceptar"; eso tampoco se dio jamás.

Entonces, si hubiera prosperado así, habría sido muy bueno para el Ecuador; pero prácticamente no tuvo viabilidad. Hoy tenemos un arbitraje —en la práctica, un arbitraje— con el nombre de "Decisión Definitiva", si es que los dos congresos lo aceptan, que nos permite superar el problema."

El señor DEL CASTILLO GÁLVEZ (PAP).— Señor Presidente, creo que es bastante explicativo, explícito, el tema. Llámese como se le quiera llamar, es un arbitraje, dice el señor Mahuad. Pero, en todo caso, creo que el Congreso y el país esperan una opinión nítida, clara, transparente del señor Canciller en este tema. En el caso que no le fuere, queremos saber por qué el Congreso tiene que tomar una decisión de esta naturaleza "antes de" y no "después de", como corresponde a su función constitucional.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene el uso de la palabra el señor Ministro de Relaciones Exteriores.

El señor MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, doctor Fernando de Trazegnies Granda.— El doctor Del Castillo —que es abogado, como yo— conoce que en términos del derecho hay que considerar el fondo de la cosa y luego hay que ver qué nombre se le da a ese aspecto; y a veces los nombres pueden ser diferentes, a veces hay distintos puntos de vista con respecto a los nombres.

Para mí, en realidad, esto no es un arbitraje. Aunque lo diga el presidente Mahuad, para mí esto no es un arbitraje.

El presidente Mahuad tiene sus razones para decir lo que es un arbitraje. Él tiene su propio concepto de las cosas; pero a mí lo que me interesa es qué es lo que aparece en los textos, y en los textos, en realidad, lo que tenemos es una efectivización de la garantía, que es, además, algo que Ecuador empleó en el caso de la fórmula Aranha: pidió que se hiciera efectiva la garantía. Eso es lo que está pasando en este caso.

Entonces, yo creo que esto no es un arbitraje. Ya no hay nada que decidir, todo está decidido. Tenemos los pareceres jurídico-técnicos, y ahí está cómo se tiene que ejecutar el Protocolo; por consiguiente, ahora lo que los garantes tienen que hacer es, en forma obligatoria y en forma vinculante, decir: sí, ejecútese.

Con relación a por qué tiene que pasar esto por el Congreso, creo que esto es una necesidad de solidez, precisamente, de ese acuerdo. Los garantes han pedido —es un pedido de ellos, y me parece un pedido razonable— que los dos congresos —no es solamente el Congreso del Perú, sino los dos congresos— den este respaldo a esta gestión. ¿Por qué? Ayer lo dije, y creo que en varias oportunidades: porque el Congreso es una institución tan importante en el país, tan respetable, es una institución que representa al país, representa las distintas maneras de ver las cosas que tiene en el país, que, entonces, lo que piden los garantes es que, para que esto quede firme en el futuro, haya este respaldo de todo el conjunto del país a través de su Representación Nacional.

Y creo que esto es una cosa válida, me parece que es una cosa útil. Yo lo veo muy útil. Me siento más tranquilo de que en Ecuador lo apruebe el Congreso; y me imagino que a Ecuador le gustará que también, en el caso nuestro, lo apruebe el Congreso, para saber que estamos ante un hecho que no va a ser discutido posteriormente y que no va a ser impugnado posteriormente.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias, señor ministro.

Pasamos entonces al período de las intervenciones de los señores congresistas para fijar sus posiciones.

Van a intervenir los distintos grupos políticos, pero no agotando el número de miembros de cada grupo político. Vamos a ir interviniendo algunos miembros de cada grupo.

Inicia el período de intervenciones el señor Oswaldo Sandoval, por el grupo parlamentario de Cambio 90-Nueva Mayoría.

El señor SANDOVAL AGUIRRE (C90-NM).— Muchas gracias, señor Presidente.


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Señor Presidente, el día de hoy, y a esta misma hora, doscientos cuarenta y un peruanos y ecuatorianos están decidiendo sobre una materia importantísima para ambos países. Así como estamos nosotros hoy reunidos aquí, están también en Quito reunidos ciento veintiún ecuatorianos, representantes de su pueblo, para tomar una decisión similar a la que vamos a tomar nosotros en este momento. ¡Qué grave y qué gran responsabilidad, señor!

Yo no estoy tomando la palabra ahora, señor, en nombre de mi bancada, porque ésta no es una decisión de bancadas, ésta no es una decisión política, ésta es una decisión de peruanos. Y es una decisión que, al final del día, señor, cuando algunos voten por el "sí" y otros voten por el "no", todos seguiremos siendo buenos peruanos, porque esta decisión la interpretaremos de acuerdo a nuestra conciencia y no de acuerdo a nuestras convicciones políticas y no de acuerdo a si respaldamos o no respaldamos a un gobierno.

Ésta, señor Presidente, es una decisión que, concreta y específicamente, pide a este Congreso que se manifieste con respecto a un hecho puntual, y el hecho puntual es: debemos terminar de cerrar la frontera en el punto en el que los peruanos decimos que siempre ha estado constituida y en el cual nuestros hermanos ecuatorianos han manifestado, a través de los tiempos, diversos tipos de dudas e intensidad en esas dudas. Y circunstancias que han significado que nos mantengamos separados durante todo este tiempo, precisamente por las barreras que la historia y las convicciones patrióticas, desde cada perspectiva y de cada pueblo, nos han separado y no han permitido que desarrollemos aquello que era más importante quizá para el desarrollo personal e individual de los peruanos y los ecuatorianos que el hecho mismo de esos debates.

Y es así, señor Presidente, que se nos plantea a nosotros que respaldemos al Gobierno para que los países garantes determinen cómo cerrar este pequeño tramo de la frontera en la Cordillera del Cóndor; y hemos recibido del Poder Ejecutivo —después de coordinaciones con usted, señor Presidente— un documento en el que se establece que nosotros autorizamos al Poder Ejecutivo a que los países garantes determinen precisamente dónde corre esa frontera. Pero lo estamos haciendo, señor, bajo los
argumentos que sucesivos peruanos, a través de más de cinco décadas, hemos insistido; es decir, no estamos dando un cheque en blanco, sino que les decimos: sí, señores, definan ustedes, pero tomando en cuenta tres importantes elementos:

El Protocolo de Río de Janeiro, que ahora es reconocido por el Ecuador y por los ecuatorianos. Este documento —que durante tantos años, primero, no fue reconocido; y luego fue reconocido, pero se le manifestó su inejecutabilidad parcial— ahora lo reconocen nuestros hermanos ecuatorianos. Ése es un primer parámetro, señor, el parámetro mayor.

Pero hay otro parámetro adicional. Cuando a los pocos años de firmado el Protocolo de Río de Janeiro hubieron dificultades en la ejecución de ese protocolo, en la ejecución de la instalación de la frontera física, se definió —en esa época sí expresamente— un arbitraje; y ese arbitraje, que se dio por los países garantes a través de un geógrafo notable, el capitán de Aire y Mar, el señor Braz Dias de Aguiar, determinó que la frontera corría por las altas cumbres de la Cordillera del Cóndor. Pero esto, señor, a través del tiempo tampoco fue aceptado. Es una realidad, y ahora no volvamos atrás a mirar por qué no se aceptó o sí se aceptó. Lo concreto es que no fue aceptable, señor, y eso no permitió que viéramos conjuntamente el futuro peruanos y ecuatorianos, que permanentemente andábamos en conflicto. Ahora sí es aceptable, señor, y ahora nosotros, el otro parámetro, ya más pequeño, bajo el cual estamos dando nuestra autorización, está vertido en el documento que se nos pide ahora que votemos.

Pero hay otro más. Se sigue cerrando el parámetro bajo el cual nosotros estaríamos dando esta autorización. Al inicio de las conversaciones que se iniciaron con el Acuerdo de Paz de Itamaraty ha existido un proceso, parte del cual es el llamado de los pareceres técnico-jurídicos de tres destacados ciudadanos de los países garantes que nuevamente, en mayo de este año, y luego de los análisis técnico-jurídicos, nuevamente han dado la razón al Perú. Y ayer, señor Presidente, en la misma manifestación dada por el señor Mahuad, parte de la cual hemos visto el día hoy, el señor Mahuad ha reconocido que los pareceres técnico-jurídicos le dan la razón al Perú. Ése, señor, es el tercer parámetro bajo el cual nosotros estaríamos dando una autorización.
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De tal manera que no debe caber la menor duda. Nosotros lo que estaríamos haciendo, con la aprobación de esta resolución legislativa es decirles a los países garantes: señores, sí, por favor, ayúdennos ustedes; pero ayúdennos bajo este parámetro: el protocolo, el laudo y las opiniones y pareceres. Esto nos da esta gran certeza a la que han hecho referencia ayer tanto el Canciller como el ex canciller Tudela, quien inició precisamente este proceso que con tanto éxito podríamos estar terminando pronto.

¿Y qué nos traerá todo esto, señor Presidente? ¿Nos traerá simplemente una formalidad de la firma de un documento que corrobore nuestras aspiraciones de que nuestra frontera quede cerrada? Eso, señor, será la finalización física de este proceso, el hecho de que tengamos finalmente frontera definida; pero, ¿qué viene después? Señor, vienen cosas que, estoy seguro, peruanos y ecuatorianos valoramos tanto como el hecho de que nuestras fronteras estén cerradas; señor, vendrá el cumplimiento de lo que decía literalmente el Protocolo de Río de Janeiro.

No nos olvidemos de que el Protocolo de Río de Janeiro es un tratado de paz, es un tratado de amistad y es un tratado de límites. Ninguna de estas tres cosas se han cumplido en cincuenta y ocho años. ¿Con esto qué conseguiremos? Que los límites queden fijados; pero además conseguiremos, señor, que la paz, efectiva y concretamente, pueda comenzar a concretarse. Si bien yo puedo concordar con aquellos que sostienen que no por dejar de hacer esto va a haber guerra inmediatamente,... Quizás no habrá guerra, señor, pero tampoco habrá paz como la entendemos aquellos que vemos la paz como un estado en el cual no hay las tensiones a las que nuestros pueblos están sometidos y han estado sometidos durante tantos años.

Pero habrá más, señor. Habrá amistad, porque con este cierre de la frontera y con esta paz, vendrá la confianza entre los pueblos, que determinará que juntos, además, podamos comenzar el desarrollo de nuestras pobrísimas zonas fronterizas, el norte del Perú —no sólo el norte de la costa, sino el norte de la sierra, y sobre todo el norte de nuestra selva— con el mismo sur del Ecuador; porque con ello vendrá un tratado amplio de integración fronteriza y el acuerdo de comercio y navegación, que precisamente tiene como objetivo incentivar el comercio, las inversiones y el desarrollo de toda esta zona, señor; porque
finalmente, al final del día, cuando terminemos todo este proceso, habremos iniciado, en firme, conjuntamente peruanos y ecuatorianos, la gran guerra que tenía que habernos unido siempre, la guerra contra la pobreza secular que ambos pueblos hemos tenido y a la que han coadyuvado estas situaciones de tensión y estos conflictos a los que nos hemos visto sometidos permanentemente, ya que el Protocolo de Río de Janeiro, por más que fuera válido para nosotros, no se cumplía.

Ésta es, amigos, la oportunidad histórica de hacer que el espíritu del Tratado de Paz, Amistad y Límites finalmente pueda tener validez; y que no sea un bello documento al que a través de los años hemos hecho todos referencia, pero que en la práctica no ha tenido ningún valor.

Es por ello, señor Presidente, que, luego de evaluar todas las circunstancias, luego de conversar con mi familia, porque es muy importante, no es una decisión personal, es de mi familia y es de los peruanos; y en representación de los peruanos que a mí me han elegido, yo voy a votar a favor de la decisión histórica que se nos plantea a los peruanos y a los ecuatorianos el día de hoy.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Luis Campos Baca.

El señor CAMPOS BACA (C90-NM).— Señor Presidente: Para mí, este momento es el más difícil de mi vida, porque soy congresista, tengo mi familia en Iquitos, tengo un niño en primaria, otro en secundaria y otro en la universidad; y creo, señor Presidente, que en Loreto conocen a cada uno de los congresistas por su comportamiento, por sus principios y por su consecuencia; o sea, no merece una autocalificación en esta reunión.

Yo he tenido momentos en los que me ha resultado fácil votar, como lo fue anteriormente una votación para investigar al Ministerio de la Presidencia, por voto nominal, y yo voté a favor, con un voto singular dentro del oficialismo, porque siempre he mantenido una línea de principios. Eso tiene a veces unos costos, pero lo más importante es que hay una posición firme para decir la verdad.


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Y yo estoy seguro... Y tenía una carta, una carta preparada para el Presidente de la República y para usted, señor Presidente, desde el mismo momento en que empezamos estas reuniones internas. Me empecé a preocupar en leer, en comparar una serie de documentos, y me fui convenciendo de que esta decisión es positiva, señor Presidente, definitivamente.

Y hay una serie de conceptos que no se pueden verter en esta reunión, porque crearía una serie de motivaciones que podrían hacer peligrar la decisión, ya sea del Gobierno peruano o de los miembros del Congreso del Ecuador.

Y creo, señor Presidente, que la amazonía peruana está motivada por la moratoria. Esa moratoria realmente nos ha perjudicado a nosotros, los de la mayoría; y ha beneficiado, pero no malintencionadamente, a algunos líderes que no han estado enterados del contenido de esta negociación y que han lanzado una serie de conceptos que fácilmente han ido siendo refutados, como la entrega de territorio, como el riesgo de concesiones de puertos. Esos conceptos han sido, después de esta reunión, prácticamente descartados; o sea, no existe eso.

Y más aún, creo, señor Presidente, que el Tratado de Comercio y Navegación y el de Integración Fronteriza van a pasar por el Congreso.

En una asamblea pública en el Coliseo de Loreto dije eso: que, antes de dar mi voto por esos dos convenios, iba a consultarles a ellos, porque estoy seguro de que este convenio —fundamentalmente el Integración Fronteriza— por primera vez va a beneficiar a la amazonía con una serie de paquetes integrales de desarrollo.

He participado indirectamente en las comisiones técnicas que han iniciado las conversaciones en Washington, y hay una serie de paquetes tanto de proyectos para microempresas como de proyectos macros de la amazonía peruana.

Percibo la integración de frontera mediante la construcción de infraestructura vial, mediante la creación de parques, que son parques del tipo de la experiencia que tenemos con Brasil, un parque individualmente nacional pero con beneficios ecológicos y técnicos, para una verdadera trascendencia histórica como la de tomar una decisión de paz.

Señor Presidente, quiero repetir lo que decía César Hildebrandt: "seguramente, uno con la moratoria lanza y lanza una serie de distorsiones, de motivaciones personales, porque es difícil tomar una decisión en estos momentos; pero al final, si el resultado es favorable, todos lo vamos a estar celebrando". Lo ha dicho él personalmente.

Esa expresión es sumamente importante, porque se ve que esta moratoria un poco ha precipitado a muchos líderes a adelantar conceptos, como el riesgo, por ejemplo, de que nos invadan los amigos vecinos por el río Napo, cuando sabemos que ni por el río Amazonas en estos momentos llegan los barcos de Colombia y Brasil. Solamente son tres meses de navegación de barcos de menor calado; el resto de meses no pueden navegar.

Y yo creo que los loretanos fácilmente, mediante estos mecanismos de compensación, de creación de zonas especiales, de exoneración tributaria, por primera vez van a tener la posibilidad de desarrollar la amazonía peruana con esos bonos de la paz, que van a ser orientados fundamentalmente para paquetes de desarrollo integral.

Las comunidades nativas son muchas veces las primeras en ser enviadas a una guerra, porque normalmente nosotros usamos esta estructura de que nuestros hijos nunca van al ejército, nunca van a la frontera, nunca van a la guerra, sino que van los pobres. A esos pobres, a esos campesinos que están en estas zonas, es tiempo de darles paz, señor Presidente.

Esta decisión la he estado pensando como usted no se imagina, y hace cinco minutos estuve hablando con mi familia. Sé que lo señalan y que hay una movilización por el descontento de la amazonía, más que por el problema fronterizo, señor Presidente,... Saben los loretanos que los hitos ya están colocados en Loreto, no hay riesgo de ningún tipo, y la negociación es en el departamento de Amazonas.

Señor Presidente, esta decisión es sumamente importante. Yo creo que en estos momentos no tenemos dos bandos separados, señor Presidente, sino que cada uno cree tener temores; pero, a medida que nosotros vamos profundizando en los conceptos y leyendo los documentos, vamos asegurando nuestro voto, porque, si pienso personalmente, señor Presidente, yo en estos momentos hubiera votado por un "no", un "no" que de repente, en corto plazo, me beneficiaría tremendamente en Loreto, porque seguramente me recibirían en hombros y me alabarían por esa motivación que ha generado esta moratoria.

Pero, señor Presidente, yo apuesto al país, con todo el costo que pueda tener al mediano plazo o en estos días, el costo seguramente para mi familia, contra mis amigos, porque tengo la participación de casi todas las organizaciones de Loreto: asesor de la carretera Iquitos-Nauta y de las comunidades indígenas, una participación permanente en la universidad —he recibido los grados académicos de estas universidades—, una participación con los jóvenes en forma permanente. Mi decisión no ha sido fácil, señor Presidente.

Creo, señor Presidente, que, al margen,... Yo no soy selvático, soy de Piura, como ustedes saben; pero tengo veinticuatro años en la amazonía peruana y creo que la decisión no es para reírse, es una decisión muy seria, señor Presidente, y muy difícil.

Sin embargo, a medida que uno va profundizando en los conceptos tiene que tomar una decisión de futuro. Yo creo que la única forma de desarrollar la amazonía peruana, fundamentalmente en las áreas en conflicto, es delimitar esta línea fronteriza de una vez, porque no hay riesgos, señor Presidente. Además, los dos tratados que corresponden a Loreto van a pasar por el Congreso de la República, donde vamos a tener tiempo de analizarlos, de evaluarlos.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Carlos Reátegui.

El señor REÁTEGUI TRIGOSO (C90-NM).— Señor Presidente, por su intermedio, saludo al Primer Ministro, al Canciller y al Ministro de Defensa.

Presidente, mis paisanos, los amazónicos, tienen razón de ser suspicaces. La historia nos ha enseñado que hasta ahora los tratados que el Perú ha firmado con sus vecinos han sido siempre a expensas de grandes porciones de nuestro territorio.

Todavía está fresca en la memoria de ellos, y en la mía, señor Presidente, la gesta heroica de los loretanos,
que gallardamente reaccionaron contra el vil Tratado Salomón-Lozano, que entregaba Leticia; y en 1932 la población de Iquitos tomó dicha población. Pero la politiquería de aquel entonces, centralista, obligó al ejército peruano a desalojar a sus propios compatriotas.

Por eso, señor Presidente, yo me he mantenido muy atento a la forma como en la actualidad se han estado llevando a cabo las negociaciones entre el Perú y Ecuador, tendientes a terminar de una vez por todas con este problema fronterizo que tanto daño ha hecho a los dos países, en especial en la zona de frontera.

Es cierto que antes de 1980, señor Presidente, el Perú poco o nada había hecho por el desarrollo de la frontera norte, en especial por la zona de la selva.

En zonas de frontera en las que nuestros vecinos cuentan con buenas carreteras y pueblos desarrollados con todas las comodidades de un centro moderno, oponemos poblados con poco o ningún adelanto, por lo cual los pobladores de esa zona utilizan los servicios de los países vecinos para solucionar sus problemas básicos de salud, educación y trabajo.

Presidente, es necesario que la peruanidad, que nuestros conciudadanos del oriente defienden tan fervientemente, sea recompensada ahora con el impulso a la repoblación y la modernización que estos pueblos necesitan, continuando con las obras básicas de comunicación, educación, salud, proyectos productivos, tratamiento de tributos compensados y estímulos y beneficios, tales como mejores sueldos a los profesionales que laboran en zona de frontera, y otras facilidades.

Señor Presidente, como estaba expresando, me tocó seguir con gran detenimiento el proceso actual, y después de ello y de un análisis de los documentos proporcionados que la peruanidad y los pueblos amazónicos recién están conociendo, me he convencido y puedo asegurar a mis conciudadanos y a mis paisanos amazónicos que esta vez sí se está preservando nuestro territorio y soberanía en un procedimiento que, de dar resultado, solucionaría un problema que le es ajeno a algunos de nuestros colegas más enfervorizados y que sólo reclaman por intereses políticos. Levanto esto para mis paisanos Jorge Luis Donayre y César Zumaeta, quienes, aunque en mi concepto están equivocados, han manifestado su parecer honestamente, lo que yo respeto.


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De solucionarse este diferendo, señor Presidente, se podrá trabajar por una verdadera integración buscando beneficios complementarios que ayuden a los dos países a desarrollar y a repoblar sus vastos territorios amazónicos.

Existen promesas concretas de aportar varios miles de millones de dólares para estos proyectos. Se podrá concretar el proyecto Puyango-Tumbes; se podrán realizar las ferias binacionales que tímidamente se estaban concretando anteriormente; podríamos concretar la carretera bioceánica Bayóvar-Belém do Pará, complementada con la explotación de los fosfatos de Sechura y la terminación de los puertos en Saramerisa y el nuevo puerto de Iquitos, necesario para el desarrollo de esa parte de la peruanidad.

También, señor Presidente, quizá podamos utilizar la capacidad ociosa del oleoducto norperuano transportando crudo ecuatoriano. Se puede impulsar el turismo entre ambos países, cosa tan natural en otras regiones, señor Presidente, y que actualmente, por las suspicacias, no se puede realizar. Se podrían hacer más efectivos los mecanismos de la Comunidad Andina, entrampada por la suspicacia.

En fin, Presidente, las ventajas de una paz efectiva son múltiples, ya que los ingentes fondos que iban a ser destinados a comprar armas se podrían derivar al gasto social y al desarrollo.

No puedo terminar, señor Presidente, sin dejar constancia de mi extrañeza por algo que quiero hacer notar: en la amazonía jamás hubo sentimientos antiecuatorianos ni antinada. Es preocupante ver como algunos líderes, con clara intencionalidad política, fomentan odio entre países que deben marchar juntos hacia el desarrollo.

Por último, yo sí creo en el Presidente, yo sí creo en el Canciller, yo sí creo en la diplomacia, y también creo en los hombres que ahora comandan nuestras Fuerzas Armadas, señor Presidente.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Francisco Pardo.

El señor PARDO MESONES (C90-NM).— Gracias, señor Presidente.

Hoy día quiero dirigirme a todos mis compatriotas para compartir con ellos cómo imagino yo a mi país en el próximo milenio, que comienza apenas dentro de menos de dos años.

El Perú debe ser un país unificado internamente e integrado totalmente a la comunidad americana. Visualizo un país pacífico, con ciudadanos dignos, que viven en condiciones humanas óptimas, con oportunidades de trabajo y educación, limitados solamente por las capacidades de cada uno de ellos.

Veo a niños alegres que comen adecuadamente y se educan en colegios públicos de primera calidad y que juegan, como niños que son, y se forman sanamente en el deporte que más les agrada.

Veo a jóvenes bien formados con ilusión sobre su futuro y seguridad de su constante superación a través de su esfuerzo y trabajo.

Veo a hombres y mujeres peruanos que se quieren y respetan y que llevan el pan de cada día a sus hogares sin angustias ni tristezas.

Veo a ancianos respetados y protegidos por una sociedad justa y compasiva.

Veo, finalmente, a un gobierno con sus tres poderes independientes, respetuosos los unos de los otros; separados, pero debidamente comunicados y coordinados. Veo a un Ejecutivo bien estructurado, con un tamaño adecuado para servir mejor a su pueblo; veo a un Poder Judicial justo, serio, honesto y eficiente; y finalmente veo a un Congreso que representa debida y equitativamente a todos los ciudadanos peruanos con mayorías y minorías que discrepan, como es lógico, pero que lo hacen con altura, con respeto y, sobre todo, con ideas y no con ataques personales ni abusos, que lo único que logran es el rechazo y la decepción de los ciudadanos que los eligieron.

En resumen, veo a un país exitoso y que va hacia adelante.

Asimismo, veo a un continente americano unido y sin fronteras físicas, sino solamente simbólicas, sin pasaportes, con una sola unidad monetaria, con un intercambio libre de bienes y servicios, con reglas claras y justas que garanticen el mutuo respeto que se deben los países civilizados. En síntesis, un continente exitoso.

Pero, para ser exitoso, tanto los países como los continentes, al igual que los hombres de éxito, tienen que tomar riesgos calculados. Quien no arriesga calculadamente, no gana ni llega a buen puerto.

Y para tomarlos adecuadamente hay que aprovechar las oportunidades que se nos presentan.

Así lo han entendido tanto el gobierno peruano como el gobierno ecuatoriano, porque es lo menos que le deben a sus respectivos pueblos, largamente abrumados y empobrecidos por falta de valentía y generosidad de sus respectivos gobiernos, que han preferido gastar ingentes cantidades de dinero en armamento, en vez de utilizarlo para mejorar las condiciones sociales, educativas, alimentarias de sus correspondientes pueblos.

Ambos gobiernos, por lo tanto y por ello, se afanan por llegar a un acuerdo lo antes posible, y en esa forma sellar la paz entre estos dos pueblos, cuyas raíces históricas, raciales, religiosas son las mismas; es decir, somos una sola familia.

Y es por todo ello, y con mi conciencia absolutamente tranquila, que voy a votar a favor de este proyecto. Es lo menos que les debo a todos mis hermanos ciudadanos.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Róger Guerra-García.

El señor GUERRA-GARCÍA (UPP).— Señor Presidente, soy el primero de mi bancada y de la oposición en hacer uso de la palabra.

En lo que a mi bancada se refiere, comunico el acuerdo de hace unos minutos de dejar en libertad a cada uno de sus miembros para que votemos con criterio de conciencia en esta reunión.

Informo también que nuestro jefe y mentor, el doctor Pérez de Cuéllar, aprueba esto de dejarnos en libertad. Gracias a que disponemos de algunos minutos, señor Presidente, invertiré dos o tres de ellos para repetir algunos conceptos que dije en la sesión de ayer. Me
parece indispensable para comprender lo que será mi propuesta y, al final, mi anuncio de voto.

Dije ayer, Presidente, que saludaba al octavo ministro de Relaciones Exteriores del ingeniero Fujimori. De sus predecesores dije que reconocía experiencia en lo internacional en sólo algunos de ellos. Refuto ahora lo expresado por el señor Torres y Torres Lara, cuando dijo que eran un equipo de expertos. Un equipo es un grupo que trabaja en simultáneo; aquí han sido sucesivos —valiosos cancilleres, algunos—. No es un equipo esto, tan es así que el último Canciller ha renunciado por discrepancias insalvables.

Dije también ayer, Presidente, que el ingeniero Fujimori ha tratado, en estos ocho años, con cinco diferentes presidentes ecuatorianos, cuyos nombres me voy a ahorrar.

Sin embargo, pese a que ellos han sido cinco, percibo en el lado de Ecuador la coherencia que no aprecio en nuestro lado, pese a que tuvimos un solo interlocutor, el ingeniero Fujimori. Que deduzcan la Representación Nacional y el país, que nos escucha, cuál es la situación.

Concluí ayer, Presidente, que el único conductor de la política exterior del país ha sido y es el ingeniero Fujimori, y creo que hay que reconocer que no estuvo acertado, que actuó con credulidad, con suficiencia, y prescindiendo del consejo de los diplomáticos peruanos.

Ahora, recién enterados por lo que ha dicho ayer Mahuad, sabemos que ha actuado finalmente por presión, porque el presidente Mahuad se negó a suscribir el documento, y ahora se solicita al Congreso que avale, sin conocerla, una propuesta de arbitraje que Fujimori y Mahuad solicitaron a sus garantes y que será de carácter obligatorio e inapelable para ambos países.

Mi responsabilidad como representante, Presidente, me obliga a meditar, a consultar. No vería inconveniente en corregir los errores del Presidente, en ayudar a salvar nuestro país; pero no es sólo eso, Presidente, se trata de la heredad nacional, de lo que dejaremos o no a nuestros hijos.

Se nos ha dicho que no se cederá ni un centímetro, pero antes se dijo que podían cederse algunos kilómetros. Estos cambios en escala de magnitud de centímetros a kilómetros —usted, ingeniero, sabe de un abismo— realmente parece no preocupar al Canciller. Sí me preocupa, Presidente.

Algunas preguntas para el final.

Esta jornada, se ha dicho, es histórica por varias circunstancias.

Primero, porque hoy se está dando la razón a la tesis ecuatoriana de que el Protocolo es inejecutable. Hoy el Gobierno peruano está solicitando a los países garantes que realice un arbitraje, y con esa solicitud reconoce que el Protocolo no basta para resolver la demarcación limítrofe y que es necesario un arbitraje. No es casual el regocijo que anoche expresaba el presidente Mahuad respecto de la aceptación peruana. Esta postura creo que es la peor derrota de la diplomacia peruana a lo largo de toda su existencia.

Segundo, porque se pide que los países garantes dejen de serlo para convertirse en árbitros, y ese arbitraje no es tan puro como lo sostiene el nuevo Canciller, ni está condicionado al marco jurídico que le quiere dar. Como lo señala en un artículo en el diario oficialista Expreso del día de hoy el embajador Belaunde Moreyra: este arbitraje no es de puro derecho, sino político. Y a través de esta decisión se deja el destino del país en manos de otros estados. ¿Es así como entiende este gobierno la defensa de la soberanía nacional?

Tercero, porque todo esto, Presidente, se hace bajo una modalidad engañosa, ocultándose información, dejando de lado la opinión de importantes instituciones nacionales de la sociedad civil. El Perú, bien lo ha dicho ayer el congresista Ferrero, no sólo es el Congreso ni las Fuerzas Armadas. Al país no se le ha consultado ni se le pretende consultar respecto de un asunto de evidente interés público. ¿Es éste el respeto que tiene el gobierno de nosotros por los peruanos?

Podríamos seguir añadiendo los graves elementos en esta decisión que está pendiente del Congreso, pero todo ello debe sopesarse frente a los posibles elementos positivos. Más allá de los sentimientos expresados por el Canciller o del ahorro en recursos que sostiene el Gobierno o del uso común de facilidades que nos acaba de decir el congresista Reátegui, no se ha señalado un elemento de largo plazo de contenido histórico que nos convenza de violar la política exterior de nuestro país, y entonces queda la sospecha: ¿por qué el apuro?; ¿por qué apurar la solución a una negociación que, según se sostiene, había logrado bastantes avances?; ¿por qué se pide al país una confianza ciega en quienes hasta hace poco se pedía permanente sospecha?; ¿qué es lo que se está ocultando, Presidente?

Voy a terminar, Presidente, y a decirle que yo, como todos los aquí presentes, creo que he tenido grandes dudas. Pretendí refugiarme para aclarar mis dudas, Presidente, en lo tratado por este Congreso cuando se aprobó, el año 1942, el Protocolo de Río de Janeiro. Ésta es la discusión de esa sesión, Presidente. Fue secreta; cincuenta años después se levantó el secreto. He leído, hasta avanzada la madrugada, lo que pude; he apreciado cómo fue un voto nominal justificado de cada uno de los treinta y siete senadores y ciento doce diputados de entonces; he apreciado cómo terminó aquello, aprobándose por unanimidad y felicitándose al canciller Solf y Muro y al presidente Prado. Me pregunto, ¿felicitaremos después de esta gestión al actual Canciller?

Termino, Presidente, los dos minutos que me restan, haciendo estas preguntas al Pleno: mis amigos de la minoría y de la mayoría, ¿para qué defendimos el Alto Cenepa?; ¿para qué el sacrificio de centenares de jóvenes soldados y de varios oficiales de la Fuerza Aérea, cuyas familias seguramente están espectando este debate: para ceder ese inhóspito terreno, como lo califica el Canciller?; ¿con qué derecho, Presidente, podremos luego invocar a los reclutas, a los jóvenes soldados, que vayan a defender la selva peruana o el arenal que es la costa?; ¿tendremos cara para hacerlo, Presidente? No se trata de anunciar millones de inversión en carreteras, Presidente; no se trata de denominaciones, de si es arbitraje o mediación; no se trata de eso, Presidente, se trata de nuestro territorio. No podemos arriesgar una mutilación más, Presidente, por pequeña que sea. Tenemos los tres instrumentos legales a nuestro favor; lo dijo Mahuad anoche: protocolo, laudo y pareces técnico-jurídicos.

Nuestra responsabilidad es personal, pero creo que también debe interpretar a la ciudadanía a la cual pretendemos representar, Presidente.
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Yo estuve anoche en una reunión de estudiantes de Cayetano Heredia. Algunos habían escuchado mi intervención y me decían que estaban en esa línea. Jóvenes que pueden ser levados, Presidente.

He llamado a Jaén, provincia fronteriza que usted olvidó en su descripción de la selva peruana hace algunos meses; la respuesta de ellos ha sido de desconcierto: no saben qué se propone, y mal pueden pronunciarse.

Finalmente, Presidente, no acepto que se simplifique la situación como a favor o en contra de la guerra o de la paz.

Por todo lo ya dicho, Presidente, mi voto es por la no aprobación del pedido del Ejecutivo.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Alfonso Grados.

El señor GRADOS BERTORINI (UPP).— Señor Presidente, por su intermedio mi saludo a los señores ministros, y especialmente quiero hacer referencia a lo que entiendo ha sido una muy clara y franca exposición del Canciller.

Recuerdo en mi intervención de ayer la referencia que hice al arbitraje. Sigo creyendo —lo diga el Presidente del Ecuador o no, se admita o no que es un arbitraje— que lo cierto es que será una solución definitiva al viejo problema limítrofe y que precisamente puede ser la gran contribución a los jóvenes, a esos jóvenes inquietos que están despertando a una realidad nacional que no les satisface y a los que debería quitársele de los hombros el peso de tener todavía incierta la demarcación de nuestra frontera más significativa, por lo que la historia representa para ellos.

Pero así como soy franco, y actuando con la absoluta libertad de conciencia, pero también con la identidad de grupo que tenemos, yo quiero decirle al señor Canciller que hay una pregunta que hice ayer y que probablemente se ha diluido en el conjunto de su exposición.

Clarísimamente lo que habría que votar hoy, si atendemos al párrafo penúltimo de la carta del presidente Cardoso en nombre de los garantes, y que no figura así en la resolución legislativa —por eso es indispensable este esclarecimiento, señor Canciller—, lo que nos dice el Presidente de Brasil en nombre de los garantes es: "Nuestra propuesta estaría referida al acuerdo global y definitivo, por lo que incluiría los acuerdos ya alcanzados entre Ecuador y Perú y una fórmula para el arreglo de los asuntos aún pendientes en materia de fijación en el terreno de la frontera común". ¿Eso es lo que vamos a votar?

No importa que en la resolución se haya pretendido, a lo mejor de buena fe, que aparezca que lo que estamos votando es simplemente la delegación en los garantes de la solución definitiva, compromitente, del trazo de la frontera; y digo que, si así fuese, yo estaría dispuesto a votar por que se aprobase esa decisión nacional. Me pongo por encima de lo que ya he dicho muchas veces en este Hemiciclo sobre mi concepto de cómo el Presidente de la República maneja la política exterior como si fuera de su propia heredad y de cómo no creo en que sus intenciones sean solamente las de ahorrarnos a los peruanos el costo de la guerra, sino que creo que más bien es poder conseguir más recursos para la re-reelección.

Así soy de franco. Pero, al mismo tiempo, no puedo resignar a mi responsabilidad como parlamentario de aprobar in toto esta delegación bajo el pretexto de que todavía tengo la posibilidad de ratificar o no los convenios amazónicos, los convenios sobre libre navegación o el de la integración. ¿Por qué? Porque eso simplemente sería una declaración lírica, puesto que bien sabemos, señor Canciller, el compromiso que viene desde Itamaraty hasta Santiago con respecto a que hay un entrelazamiento entre los acuerdos a los que lleguen los dos países; y que, si por ejemplo nosotros después encontráramos inconveniente en alguna de las cláusulas del convenio amazónico, por más que la mayoría entendiese que valdría la pena cambiarlos estaríamos echando por tierra aquello que hubiéramos conseguido en la definición de la frontera.

En consecuencia, yo tengo una responsabilidad también con el futuro de lo que constituyen esas regiones abandonadas del Perú y con la inquietud que tienen en este momento las provincias que están incluidas dentro de la esfera de subdesarrollo de nuestra amazonía; y, por lo mismo, si lo que se nos pide es un voto integral en donde en buena cuenta estaríamos como Congreso anticipando una aprobación de algo que apenas conocemos y sobre cuyas consecuencias no hemos tenido tiempo de meditar, y, es más, cuando el señor Canciller nos ha dicho: "no estamos discutiendo eso ahora", para mí es indispensable saber qué voy a votar, señor.

Si fuéramos a votar solamente sobre el asunto del arbitraje o no en relación con el trazo definitivo de la frontera, mi conciencia nacional, por encima de cualquier pasión política o de cualquier prejuicio, me llevaría a votar afirmativamente; pero, si lo que tenemos es que votar renunciando este Congreso a su responsabilidad de ratificar o no los convenios internacionales, en realidad la fraseología de la resolución legislativa no me da esa garantía, porque no estaría votando sólo por el arreglo con la frontera del Ecuador, estaría votando por todo, y, en consecuencia, señor Presidente, yo no podría votar por un sí absoluto, porque estaría votando también por algo con lo que ni siquiera sé si estaré o no de acuerdo.

Por más importante que sea la frontera, también es importante lo otro, y por eso le pedía ayer al señor Primer Ministro la consideración especial al reclamo de los pueblos de la amazonía peruana de que se les saque de la condición inequitativa en que la geografía y la historia los han puesto, con sus sacrificios territoriales, con su desconfianza sobre lo que significa el abandono en el que los gobiernos los tienen. Eso significaría, si no es posible dividir estas votaciones, que yo tendría que abstenerme, pero dejando constancia, señor Presidente, de que respecto de la exposición del Canciller, el día de ayer, a nuestras discrepancias iniciales y a las concordancias que luego podemos iniciar, yo, si fuera sólo el problema de la frontera, apoyaría al Canciller, apoyaría a la Cancillería peruana en su recomendación de que les diéramos la autorización a los garantes para que tomaran esa decisión. Pero también en virtud de lo otro, si hiciera un sí integral, me sentiría en falta conmigo mismo y con mi responsabilidad como parlamentario respecto de lo que constituyen las consecuencias de los otros problemas envueltos, que, según la carta del señor Cardoso, significan solución integral.

Creo que así queda explicitada mi posición. Ojalá que el señor Ministro de Relaciones Exteriores pudiera aclarar esta contradicción, porque yo la veo en forma inevitablemente antagónica.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Ernesto Gamarra.

El señor GAMARRA OLIVARES (FIM).— Señor Presidente, comienzo diciendo que comparto los sentimientos de solidaridad y de hermandad con el pueblo ecuatoriano. Sin embargo, nosotros no podemos ignorar cómo han sido las relaciones del Ecuador con el Perú ni cómo se han desarrollado a lo largo de nuestra historia estas relaciones, que no han sido, lamentablemente, armoniosas.

Desde 1859, cuando el mariscal Castilla, ante la agresión ecuatoriana, tuvo que ocupar territorio ecuatoriano, incluso Guayaquil, vino, luego de eso, un período de aparente tranquilidad y de calma. A comienzos de este siglo que termina, las relaciones volvieron a agitarse y a encarnizarse. En Aguarico, de 1903 a 1904, hubieron ataques que fueron repelidos por las Fuerzas Armadas peruanas de manera eficaz. Vino luego la etapa de la negociación o del arbitraje frustrado del Rey de España —frustrado, precisamente, por el Ecuador—; luego, un período de calma hasta la década del 30, que terminó en el año 34 con el statu quo célebre; y luego, el lamentable conflicto del 41, que terminó con el Protocolo de 1942.

Este Protocolo de 1942 —como bien ha recordado Róger Guerra-García— fue aprobado por unanimidad en el Congreso peruano y casi por unanimidad en el Congreso ecuatoriano. Y en esa oportunidad, señor Presidente, se dijo... Pareciera que estuviéramos hoy día repitiendo lo que se decía en esa oportunidad, porque había voces que sentían que ese tratado del 42 no había sido totalmente favorable al Perú, que territorios que eran peruanos hasta antes del 42 habían sido entregados, en virtud del Protocolo, al Ecuador; pero, primando la voluntad de paz, se aceptó ese protocolo.

Voy a leer solamente un párrafo del dictamen de la Comisión de Relaciones Exteriores de ese entonces, que —repito— es lo que debió hacerse en esta oportunidad. Este proyecto, esta moción, esta sugerencia, este pedido tendría que haber pasado a la Comisión de Relaciones Exteriores, donde, en esa oportunidad, como todos los tratados en el Perú, se discutieron ampliamente.

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Y se decía, señor Presidente: "Vuestra comisión diplomática se lisonjea vivamente de que sobre base tan perdurable pueda hoy abrirse una nueva era en la amistad peruano-ecuatoriana, y creo interpretar el sentimiento del Congreso de la Nación al augurar un espléndido porvenir al intercambio material y espiritual que, libres de prejuicios y recelos, desenvolverán seguramente los dos pueblos vecinos.

Bajo la égida de la justicia que consagra el Protocolo, el Perú y el Ecuador revivirán su auténtica y gloriosa tradición fraternal y juntos concurrirán, con su genio y esfuerzo creador, a la grandeza de América".

Señor Presidente, en 1942 sentíamos lo que muchos hoy día sienten, que con esto termina el problema; y no terminó, continuaron más de cincuenta años y continuábamos con el problema. Pero, a partir del Protocolo, algunos políticos inescrupulosos —es cierto— en el Ecuador utilizaban el tema de la amazonía, el tema de las reivindicaciones como un caballito de batalla para otros propósitos, y un sector del Ecuador fue creyendo en esta tesis. Es así que, a finales de los años 50, declaran que es nulo el Protocolo; y viene toda esta reacción de la Cancillería peruana en ese momento y se pone firme; y los garantes —como se ha recordado ayer— en el 60 sacaron una declaración contundente en la que no había ninguna posibilidad —decían los garantes— de que ese tratado fuera revisado. Ésa era la voluntad aprobada por los gobiernos y por los congresos de cada país.

Ésa es la labor que la Cancillería tenía que exigirle a los garantes y lo que los garantes tenían que hacer.

Lamentablemente, luego de un período de paz, el año 81 volvieron y fueron repelidos enérgicamente por el Gobierno —en ese entonces, de Fernando Belaunde— y por nuestras Fuerzas Armadas.

En la década del 90 viene el Pacto de Caballeros, vienen esas cartas que alientan otra vez una pasión desenfrenada por parte del Ecuador y unas ilusiones que debían solamente haber quedado en ilusiones; pero lamentablemente el manejo diplomático fue totalmente errático.

Señor Presidente, solamente por las razones de falta de información uno tendría que votar en contra de lo que proponen ahora, porque no es posible, señor,
que nosotros los peruanos nos levantemos el domingo y encontremos en los periódicos la carta del presidente Cardoso pidiendo un acuerdo global de carácter vinculante para el Perú, y que además, encima, le pongan un plazo al Congreso del Perú para que lo apruebe.

Como alguien lo ha calificado ayer —un embajador—, por razones frívolas tres presidentes deciden que van a estar en Oporto y que sería conveniente que en esa oportunidad les manden eso aprobado, y que el Congreso peruano no importa que no lo discuta, que no lo analice, que no tenga oportunidad de revisar las opiniones, que lo apruebe, porque ellos tienen que estar en Oporto y que en Oporto aprovecharán, pues, para resolver este problema. Lamentablemente, nos hemos sujetado a esa imposición inaceptable para cualquier Congreso que se considere soberano.

Pero además hemos escuchado todos las declaraciones del presidente Mahuad. Todos los ecuatorianos sostienen que esto es un arbitraje; es decir, que nuestro Protocolo de Río de Janeiro, defendido durante años y que costó tanto sacrificio, como hemos mencionado en su aprobación, hoy día se revisa.

El presidente Mahuad ha dicho, señor, que es un arbitraje; nuestro Canciller dice que no es un arbitraje; ¿qué cosa pensarán los garantes? De repente lo toman como un arbitraje y, como lo dice el presidente Mahuad, podría ser que no se trace la línea de frontera, sino que ahí se cree un parque; o, como ha dicho también el presidente Mahuad, se ha dejado la posibilidad abierta de que sea un parque binacional. De tal manera que hemos puesto en manos de terceros la decisión sobre nuestras fronteras.

De hecho, señor Presidente, la creación de un parque no contemplado en el Protocolo, impuesto por otros países, es un acto que afecta a nuestra soberanía; pero, si además este parque, como pretenden en el Ecuador, va a ser un solo parque o dos parques desmilitarizados, es una afrenta a nuestra soberanía ya inaceptable.

Por esas razones, señor Presidente, creo que tenemos que votar por el "no". Pero además, señor Presidente, porque no se ha tenido en consideración, como alguien sostuvo ayer, la opinión de los demás peruanos. Ciento veinte peruanos, si bien somos representantes, tenemos la obligación de compartir y escuchar la opinión de los demás peruanos, y, en particular, señor, de los pueblos de la selva, que sienten que son la última rueda del coche y quienes más sufrirán las consecuencias —ojalá no desgraciadas— de lo que suceda; sin embargo, ellos han sido postergados, olvidados y no consultados sobre este tema.

En el tema de tratados, el Perú, lamentablemente, y el Congreso peruano no han sido muy eficientes. Cuando se celebró el tratado de alianza con Bolivia, en el siglo pasado, señor Presidente, en 1873, solamente nueve parlamentarios votaron en contra de ese tratado.

Yo voy a leer, para terminar con esto, señor Presidente, la opinión de uno de los que votó en contra de ese tratado, el señor Modesto Basadre. Y decía...

... El tratado fue ratificado el 22 de abril.

El señor PRESIDENTE.— Le pido sólo la cita de las cuatro líneas; y no las comente más, para poder nosotros tomar nuestra información.

El señor GAMARRA OLIVARES (FIM).— "El presidente Pardo presentó al Congreso el Proyecto de Alianza con Bolivia. Durante quince días unos cuantos combatimos tal alianza: yo, el más encarnizado.

Hice presente que todas nuestras riquezas, guano y salitre, se hallaban sobre la costa, que para defenderla necesitábamos una buena escuadra, que Bolivia no tenía ni escuadra, ni ejército, ni dinero. Nada valieron los argumentos, el presidente quería la alianza. Por todos los votos, menos nueve, se aprobó el Tratado de la Alianza a las tres de la mañana.

Pedí la palabra y dije que me hallaba tan conmovido que no podía casi hablar, pero que tenía pleno convencimiento de que nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos, dentro de cien años maldecirían la aprobación de ese fatal tratado.

La guerra con Chile es el mejor comprobante de mi profecía."

Eso ojalá no ocurra, señor Presidente; pero la precipitación y la falta de información a veces conducen, lamentablemente, a estos errores.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Javier Alva Orlandini.

El señor ALVA ORLANDINI (CODE-AP).— Señor Presidente: Vamos a hablar para la historia. Un centenar —o algo más— de peruanos tenemos en el Congreso el privilegio de resolver asuntos de enorme trascendencia para el futuro del país. Nuestra palabra y nuestro voto afectará, sin duda alguna, a muchas generaciones. Esperemos que el resultado de lo que aquí resolvamos sea lo más adecuado a los intereses del Perú.

Afirmamos ayer y reiteramos hoy que somos fervientes partidarios de la paz. Nada justifica, en efecto, que dos países que surgieron a la vida independiente casi simultáneamente, con raíces comunes en el imperio de los incas y con tricentenaria influencia étnica y cultural hispánica, mantengamos con artificio un problema resuelto de manera definitiva e irrevocable en 1942.

Perú y Ecuador son dos repúblicas cuyo desarrollo está sofrenado por ficticias diferencias territoriales. En vez de buscar la erradicación de la pobreza en todas sus facetas, han aplicado parte importante de sus recursos a la adquisición de armas, cada vez más sofisticadas, para prevenir o afrontar conflictos bélicos.

Ecuador, después de varios años de suscripción y ratificación, pretendió unilateralmente negar valor al Protocolo o decir que este instrumento era inejecutable. Como consecuencia, han perdido la vida en enfrentamientos miles de jóvenes, peruanos y ecuatorianos, defendiendo sus respectivas patrias. Tenemos mutilados e inválidos a decenas o centenas de nuestros valerosos soldados y oficiales por efectos de minas antipersonales colocadas por nuestro vecino dentro del territorio del Perú; tenemos, igualmente, a los sobrevivientes de la Campaña de 1941 viviendo con míseras pensiones; tenemos a sobrevivientes de las batallas de 1981 y 1995 que no han sido debidamente recompensados por el Perú. Según la información del señor Canciller, los representantes de Perú y Ecuador han llegado a acuerdos sobre el Tratado de Navegación y Comercio y el Tratado de Integración Fronteriza sobre medidas de confianza mutua y respecto del Canal de Zarumilla. De tales acuerdos el beneficiario es el Ecuador, pues tendrá libre navegación, perpetua y gratuita, por el Amazonas y sus afluentes.
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"Adicionalmente, —son palabras del Canciller— se crean dos —llamados— Centros de Comercio y Navegación, cuya ubicación se precisará más adelante, en los que pueden realizarse actividades de almacenaje y primera transformación de mercaderías en tránsito. Las empresas que se instalen en dicho centro gozarán de exoneraciones tributarias, siempre que sus mercaderías no se comercialicen en el mercado peruano". Fin de la cita.

Mediante ese tratado el Perú estaría concediendo al Ecuador dos centros de comercio y navegación de extensión aún no determinada dentro de la amazonía. Sería un derecho de uso a perpetuidad no sujeto a la legislación del Perú y distinto al régimen de CETICOS Loreto creado por la Ley Nº 26853, que exonera de tributos durante cincuenta años.

La intervención de los garantes con la propuesta para el acuerdo global es debido al hecho de no existir acuerdo entre las partes para los efectos de la fijación en el terreno de la frontera terrestre común. Hay en este asunto un avance importante y sustancial, los llamados pareceres técnico-jurídicos para demarcación del sector Lagartococha y en el sector Zamora-Santiago y/o Cordillera del Cóndor sin efectos vinculantes.

Ayer hicimos notar que el Acuerdo de Santiago de Chile estableció que los países garantes, conforme con la responsabilidad que les impone su función de ayudar a las partes, propondrán los procedimientos más adecuados para la solución definitiva de los puntos de desacuerdo que las partes no hayan logrado dirimir en forma directa. El Acuerdo de Santiago es uno de los documentos complementarios del Protocolo de Río. Los garantes, según tal documento, asumirían la función de mediadores.

Aparentemente, ese acuerdo no fue remedio eficaz. Se produjo lo que el Canciller denomina "estancamiento" o "congelamiento" de las negociaciones, y, por lo tanto, los presidentes del Perú y Ecuador han solicitado a los países garantes una solución; y éstos han respondido que la propuesta que formularían sería vinculante, es decir, obligatoria.

El Poder Ejecutivo ha enviado un proyecto de resolución legislativa que, en nuestro concepto, es incompatible con el artículo 56º de la Constitución, que permite aprobar tratados existentes y no proyectos de tratados como el que se ofrece en esta propuesta de los países garantes.

En el caso materia de iniciativa del Poder Ejecutivo falta, pues, contenido al tratado que el Congreso debe aprobar. Además, es evidente que se trata de un arbitraje, no solamente porque así lo reconoce el Presidente del Ecuador, sino porque así lo indica el diccionario de la Real Academia Española.

En el proyecto de resolución legislativa hay imprecisión. El artículo 1º se refiere a aprobar el procedimiento planteado por los países garantes. Ese procedimiento es un acuerdo global que incluye los tratados a los cuales habrían llegado Perú y Ecuador directamente y la solución al problema territorial, que sería propuesto por los países garantes en forma vinculante.

No hay ningún procedimiento, absolutamente ninguno. Existe ambigüedad en la norma propuesta; incluso el Canciller ha adelantado la posibilidad de que se cree un parque ecológico y se construya un monumento conmemorativo, lo cual sólo puede ser objeto de una decisión soberana del Perú.

En la exposición del Canciller no preocupa tanto lo que dice, sino lo que deja de decir. Si fuera aprobada la norma enviada por el Poder Ejecutivo, la propuesta vinculante abarcaría el conjunto de los asuntos tratados directamente por las partes y lo que, a manera de arbitraje, sugieran los países garantes.

En consecuencia, sería absolutamente innecesario el artículo 2º del proyecto de resolución legislativa.

Nosotros creemos vivamente en que es necesario llegar a un acuerdo con Ecuador para que los recursos de ambas naciones sean destinados a la promoción del desarrollo social. Pero estamos en desacuerdo en que se haga un salto a la garrocha respecto de la Constitución del Perú y no se defiendan eficazmente los intereses nacionales.

Creemos que aquí se está actuando patrióticamente. Discrepamos, desde luego, de algunos planteamientos formulados por quienes han hecho uso de la palabra en nombre de la mayoría en este Congreso. Pero nosotros tenemos la obligación de ser fieles a quienes nos dieron su mandato para representar al pueblo peruano en este Congreso. Consecuentemente, leales al pueblo al peruano, vamos a votar en contra de la resolución.
C O M I S I Ó N D E
El señor PRESIDENTE.—
Tiene la palabra el señor Jorge Muñiz.

El señor MUÑIZ ZICHES (C90-NM).— Gracias, señor Presidente.

Presidente, quienes esta mañana estamos acá reunidos para discutir un tema de tanta importancia, creemos que llegamos a un etapa o tratamos de llegar a un etapa final de muchos años de conflicto bélico.

Muchos peruanos cayeron inmolados sacrificando sus vidas por la defensa de este territorio, pero sobre todo cayeron inmolados pensando que el Perú merece una paz, y una paz en desarrollo.

Quien habla, Presidente, tiene el honor de tener sangre del héroe Eduardo Astete Mendoza, teniente de infantería que cayó inmolado en el año 42. En consecuencia, en mi familia siempre hemos visto este problema con un deseo de solución y, obviamente, de no pensar que esa inmolación fue en vano.

El mundo señala que no es el momento de las conflagraciones, es el momento en que los países deben desarrollarse de acuerdo con una paz constructiva. Y eso es lo que seguramente estamos buscando nosotros y el Ecuador, sin duda.

Ésta es una coyuntura especial, porque el Ecuador ya llegó también a una decisión: debe solucionar este problema inmediatamente. No puede prolongar más esta situación de incertidumbre, pero sabe que sus pretensiones, o las pretensiones pasadas, que no los condujeron a nada, no están ceñidas estrictamente a derecho; las del Perú, sí.

Les ha tocado esta importantísima tarea a destacados diplomáticos y juristas que han estado trabajando denodadamente durante los últimos años para zanjar definitivamente este capítulo doloroso.

La participación, sin lugar a dudas, de los cancilleres Tudela, Ferrero y, hoy día, del maestro De Trazegnies señalan indudablemente que estamos en esa vía; y la decisión del presidente Fujimori de poder culminar con este aspecto también es trascendental.

Todos los peruanos queremos paz con dignidad y, por supuesto, sin pérdida de territorio.

La nación, Presidente, se hace tres preguntas, creo yo.

¿Perderemos territorio?; ¿cederemos algo del territorio peruano? Primera pregunta.

Segunda pregunta: ¿vamos a perder soberanía de nuestro territorio por permitir el tráfico comercial de naves comerciales por las aguas de los ríos que de alguna manera circundan el río Amazonas?

Y, finalmente, lo que ha sido materia de gran debate hoy día en la mañana es si asistimos a una etapa nueva de un nuevo arbitraje, tal como ha sido planteado el día de hoy en la mañana.

Respecto de la primera, señor Presidente, debo indicar enfáticamente, por lo señalado por el señor Canciller, el doctor De Trazegnies, que no perderemos un centímetro de territorio. Él lo ha dicho claramente en su discurso el día de ayer, y me voy a permitir reiterarlo.

Él ha dicho textualmente: "Muchas cosas se pueden hacer en este sentido con un poco de imaginación, pero nada de ello puede alterar la línea de frontera que nos corresponde jurídicamente". Eso es algo que debe quedar muy en claro: el territorio peruano es intangible, y ninguna de sus partes, cualquiera que sea su extensión, puede ser convertida, por ningún motivo, en territorio extranjero.

La respuesta está dada ya, señor Presidente, y, para quienes han tenido alguna duda, creo que el tema ya es suficientemente claro, no solamente por las palabras del Canciller, sino que además lo dice el Protocolo de Río, lo dice el fallo arbitral de Braz Dias de Aguiar, lo dicen los pareceres y opiniones de los grupos técnico-jurídicos de los países garantes. Y los que hemos escuchado anoche las palabras del presidente Mahuad sabemos que, efectivamente, tenemos razón.

Se ha mencionado el hecho de si conceder algún tipo de permisos para el tráfico de naves ecuatorianas comerciales por las aguas de los ríos confluentes al Amazonas motivaría de alguna manera pérdida de soberanía. Quienes somos abogados, señor Presidente, sabemos perfectamente de qué se trata esto. No hay más que referirnos a los tratados que actualmente están vigentes en el Perú, como el Tratado de Cooperación Amazónica, suscrito por Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú y Venezuela el 3 de julio del año 1978 y que en su artículo III dice: "De acuerdo con y sin detrimento de los derechos otorgados por actos unilaterales, de lo establecido en los tratados bilaterales entre las Partes y de los principios y normas del Derecho Internacional, las Partes Contratantes se aseguran mutuamente sobre la base de reciprocidad la más amplia libertad de navegación comercial en el curso del Amazonas y demás ríos amazónicos internacionales (...)".

Resulta obvio, Presidente, que, quienes vivimos en esta etapa de desarrollo comercial y pensamos que el desarrollo de los pueblos se basa justamente en estas reciprocidades, no podemos pensar que, por el hecho de que un avión de Aeroperú surque algún cielo extranjero o alguna nave peruana de bandera peruana toque algún puerto extranjero, esos países estarían perdiendo soberanía o jurisdicción. Todas estas naves o aeronaves están sujetas a la soberanía y legislación de los países en los cuales transitan. Ése es un principio totalmente entendido y consabido.

Por lo tanto, que el Perú le otorgue algún tipo de concesiones en este aspecto al Ecuador, está únicamente encajado en lo que en el derecho internacional comercial está permitido.

Y finalmente la pregunta sobre si estamos ante un nuevo arbitraje. El presidente Mahuad anoche ha señalado que él sí considera que estamos frente a un arbitraje; pero son sus argumentos, son sus elementos de convencimiento, que seguramente él tiene que utilizar. Pero como lo ha dicho muy bien el doctor De Trazegnies el día de hoy en la mañana: no es un arbitraje.

Y quiero ser enfático en esto, señor Presidente, porque toda la población que nos está escuchando esta mañana tiene que saber exactamente a qué nos referimos. Ya hubo un fallo arbitral constituido por el laudo del coronel Braz Dias de Aguiar. Esta fórmula, promovida en una oportunidad, fue declarada inejecutable por el Ecuador en una época; en otra época fue declarada nula; sin embargo, hoy en día el Ecuador la acepta, pero la acepta señalando de que no le permiten determinar cómo trazar esos escasos kilómetros que quedan por delimitar en nuestra frontera y recurren a los países garantes para que, en base al fallo ya emitido, señalen cómo deben proceder.

Obviamente, señor Presidente, estas situaciones se dan incluso en el derecho civil. Cuando un fallo de la Corte Suprema es emitido y existe, de alguna manera, la necesidad de aclarar cómo ejecutar el fallo, nadie piensa que se va a volver a un nuevo juicio si es que la Corte Suprema indicara cómo debe realizarse ese fallo.

Son los principios que existen en el derecho civil procesal, de convalidación e integración, que están consagrados en nuestra propia legislación procesal civil; por lo tanto, el hecho de que se aclare o se determine o se ayude a que un fallo determinado deba ser ejecutado, bajo ningún principio implica un nuevo proceso.

Todos sabemos, Presidente, que, tratándose de un procedimiento cualquiera, quien no ejecuta o quien no acepta el fallo de una corte, en el Perú o en cualquier país del mundo incurre en el delito de desacato o desobediencia. Este desacato o desobediencia o resistencia a la autoridad no está contemplado para la legislación del derecho internacional público. A un país no se le puede obligar o no se le puede declarar en desacato si no cumple un mandato judicial; hay que recurrir al convencimiento, hay que recurrir a distintas figuras para que entiendan que, lo determinado ya en un fallo, debe cumplirse.

Por lo tanto, como se ha dicho hoy día en la mañana, no cabe arbitraje ya de un arbitraje. No estamos frente a un nuevo arbitraje; ya se dio el arbitraje; lo que hay que hacer es ver cómo se ejecuta, y eso es claramente explicado por la carta en la que los presidentes del Perú y Ecuador hacen el pedido a los países garantes, representados por el presidente Fernando Henrique Cardoso.

Dice la carta que dirigen los presidentes Fujimori y Mahuad: "No obstante estos significantes logros y a pesar de los esfuerzos hechos por las Comisiones Binacionales, las Cancillerías y personalmente por nosotros, no ha sido posible encontrar una fórmula mutuamente aceptable para culminar la fijación en el terreno de la frontera terrestre común conforme a lo establecido en el Protocolo de Río de Janeiro, al Fallo del árbitro Braz Dias de Aguiar y a lo convenido en el Cronograma del 19 de enero del presente año".

Éste es el mandato, no pueden los países...

El señor PRESIDENTE.— Muchas gracias.


C O M I S I Ó N D E
Puede hacer uso de la palabra el señor Daniel Espichán.

El señor ESPICHÁN TUMAY (C90-NM).— Señor Presidente: Saludo la presencia del señor Presidente del Consejo de Ministros, del señor Ministro de Relaciones Exteriores y del señor Ministro de Defensa.

Los debates del día de ayer y hoy tienen una trascendencia nacional y constituyen una responsabilidad histórica, ya que los parlamentarios que nos encontramos acá y en general todos los peruanos que queremos la paz de nuestra patria debemos de otorgar nuestro respaldo al Gobierno peruano para que culmine con éxito la etapa final del proceso de conversaciones con las propuestas que pudieran realizar los países garantes y así poder terminar con este conflicto que data de hace cincuenta y seis años y que le ha costado la vida a muchos jóvenes y valientes militares peruanos y ecuatorianos, hechos que en el futuro no se deben volver a producir.

El Perú se ha caracterizado por su vocación pacifista, es por ello que en todo momento las conversaciones, buscando una solución al conflicto, se han llevado a través de la vía diplomática, aún en las etapas más difíciles de éstas, por lo que todos los peruanos debemos de tener la plena confianza en que nuestro Gobierno va a solucionar estos problemas limítrofes sin llegar a ningún conflicto armado y sin que la línea de nuestra frontera sea desviada ni un centímetro de la que siempre hemos planteado. Esto que quede bien claro.

Como quiera que los presidentes del Perú y del Ecuador no han logrado encontrar la solución final al conflicto, con la finalidad de superar el estancamiento de las conversaciones y atendiendo a que ambos buscan la paz de sus respectivos países, han solicitado la intervención de los garantes para una solución definitiva teniendo como sustento el artículo sétimo del Protocolo de Río de Janeiro y el punto cuatro del Acuerdo de Santiago.

Dentro de este contexto, el procedimiento sugerido por los países garantes a fin de dar solución al entrampamiento en que se encuentran las negociaciones de paz con el Ecuador consistiría en una propuesta dentro del marco jurídico del Protocolo de Río de Janeiro, el Laudo de Braz Dias de Aguiar y demás instrumentos
complementarios que tengan carácter vinculante. Es decir, que se vuelvan obligatorios los pareceres técnico-jurídicos ya emitidos por los países garantes, que determinan que la línea fronteriza sigue las altas cumbres de la Cordillera del Cóndor.

Las propuestas a formularse no deberán ser de carácter político, sino jurídico. Esto debe quedar muy claro, por lo que, desde esta última perspectiva, todos los instrumentos internacionales y documentos vinculados al proceso de demarcación territorial con el vecino país del Ecuador garantizan este aspecto.

Este planteamiento no significa que los garantes vayan a constituirse en mediadores o en árbitros, tal como lo ha expresado el señor Ministro de Relaciones Exteriores, ya que estas figuras jurídicas no se enmarcan dentro de lo establecido en el artículo sétimo del Protocolo de Río de Janeiro y el punto cuatro del Acuerdo de Santiago.

Y para ser más preciso, voy a leerlo exactamente, porque es necesario que la ciudadanía sepa qué cosa es un arbitraje.

De acuerdo a este concepto, arbitraje "es un procedimiento que se concreta con la resolución pacífica de conflictos o divergencias entre dos o más estados —divergencias entre dos o más estados— que someten sus diferencias y formulan sus alegatos ante una potencia neutral, persona de gran autoridad o tribunal especial".

Igualmente, voy a leer la definición del concepto de mediación.

"La mediación es una figura jurídica del Derecho Internacional Público que consiste en someter una controversia —una controversia— a uno o más gobiernos, a uno o más ciudadanos, de cualquier estado extraño a los que se hallan en conflicto con la finalidad de que procuren hallar una solución aceptable de la manera más sencilla y directa, evitando las formalidades".

En el derecho, señor Presidente, los abogados tenemos diferentes opiniones en cuanto a cómo apreciamos una afirmación... o una definición, en este caso. Por tanto, puede llamarse, en algunos casos, arbitraje, pero eso queda en el concepto de la persona.


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Decía que este planteamiento no significa que los garantes vayan a constituirse en mediadores o árbitros, ya que estas figuras jurídicas no se enmarcan, pues, dentro de lo establecido en las definiciones que acabo de expresar. Pero lo que se está buscando es que se trate de adoptar una decisión definitiva.

El procedimiento planteado reviste todas las garantías que el caso amerita, ya que los países garantes han solicitado previamente su intervención, la aprobación de los congresos tanto del Perú como del Ecuador. Y en el caso nuestro, contamos con todos los elementos de juicio para poder tomar una decisión respaldando a nuestro Gobierno.

Sin embargo, a pesar de que contamos con los instrumentos legales para tomar una decisión positiva, se ha venido afirmando y se ha venido haciendo algunas interrogantes.

Se dice, por ejemplo, que el Perú piensa ceder o canjear su territorio. Nada más falso, ya que el Estado peruano se ha caracterizado siempre por hacer prevalecer la plena vigencia de su soberanía nacional, defendiéndola y protegiéndola, siendo conscientes de que el territorio del Estado es intangible, inalienable e inviolable, razones por las cuales el pueblo peruano debe tener la seguridad que el Gobierno no aceptará ninguna propuesta que implique un canje o cesión territorial.

Se señala también que no existe la seguridad de que los países garantes vayan a respetar los instrumentos jurídicos internacionales vigentes.

Éste es otro aspecto que no se ajusta a la realidad, ya que los garantes tienen un compromiso muy fuerte en este proceso como para contradecir instrumentos internacionales existentes.

Asimismo, como podemos apreciar claramente del texto de la carta de respuesta del señor Presidente de la República Federativa del Brasil, de fecha 10 de octubre del año en curso, se señala que las propuestas se van a ajustar estrictamente a lo dispuesto en el Protocolo de Río, de lo cual hace mención hasta en seis oportunidades.

Asimismo, existen los mecanismos legales que le permiten a nuestro país no aprobar estas propuestas
en el hipotético caso de que no se ajustaran a lo dispuesto en el Protocolo antes referido, conforme lo establece el artículo 56º de la Constitución Política del Estado.

¿Y qué dice este artículo 56º, señor Presidente? Claramente dice:

"Los tratados deben ser aprobados por el Congreso antes de su ratificación por el Presidente de la República, siempre que versen sobre las siguientes materias:

1. Derechos Humanos.

2. Soberanía, dominio o integridad del Estado.

3. Defensa Nacional.

4. Obligaciones financieras del Estado (...)".

Aquí está explicado cómo se tiene que proceder, y así tienen que ser revisados y aprobados estos cuatro tratados: el Tratado de Integración Fronteriza, el Tratado de Confianza Mutua y Seguridad, el Tratado de Comercio y Navegación y el Tratado de Fijación en el Terreno de la Frontera Terrestre Común.

Por estas consideraciones, señor Presidente, es que invoco a mis colegas parlamentarios a que hagamos realmente un examen de conciencia y como peruanos meditemos que en esta resolución histórica todos debemos formar parte con una sola visión: defender nuestro territorio, defender nuestra patria.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Adolfo Amorín.

El señor AMORÍN BUENO (C90-NM).— Gracias, Presidente.

El día de ayer leí el pronunciamiento de nuestras Fuerzas Armadas, de nuestro ejército, de nuestra aviación, de nuestra marina. Leí el pronunciamiento de más de treinta jefes de la más alta graduación de nuestras Fuerzas Armadas. Posteriormente escucho la exposición de nuestro Canciller, la brillante exposición de nuestro Canciller, la inteligente, la contundente exposición de nuestro Canciller. Luego escucho y leo la opinión y la invocación del ex canciller Tudela, un hombre al cual todos admiramos y respetamos.

Estos señores cancilleres —ex canciller, uno— de lujo coinciden, y ellos prácticamente, distinguidos colegas, nos invocan a que nosotros hagamos nuestro ese pedido del Ejecutivo para que solucionemos un conflicto de más de cincuenta años con el hermano país del Ecuador.

Ellos nos invocan. ¿Quiénes? Dos personalidades, distinguidos colegas, con una solvencia moral tremenda, con una capacidad jurídica reconocida, con gran profesionalismo, dos personalidades de las cuales no tenemos por qué dudar. Ellos nos invocan esto.

Yo, señor Presidente, como parlamentario no tengo por qué dudar. Tengo que confiar en alguien, y el Congreso de la República tiene que confiar en alguien. Nosotros no vamos a ir, los ciento veinte congresistas, a la Cordillera del Cóndor a ver in situ el problema, ni tampoco vamos a invitar a los veinticuatro millones de peruanos para hacer lo mismo; tenemos que confiar en alguien. ¿Y por qué no confiar en estas dos personalidades, que son peruanos de los cuales nosotros debemos de sentirnos orgullosos y que enaltecen nuestra patria? ¿Qué tenemos nosotros que dudar de Fernando de Trazegnies o de Francisco Tudela? Son dos buenos peruanos, excelentes peruanos, que nos están orientando; y creo que debemos de escucharlos en esta oportunidad.

¿Y de quién se trata, señor Presidente? Del Ecuador, del hermano pueblo del Ecuador, un pueblo con el cual coincidimos en un montón de sentidos. Compartimos nuestra historia, compartimos nuestro ancestro, compartimos nuestras ansiedades, nuestras angustias, nuestras ilusiones, nuestros problemas, y quizás también podamos compartir nuestras soluciones, señor Presidente. Incluso, señor Presidente, étnicamente tenemos mestizaje. Todo —absolutamente todo— nos une.

Somos, pues, literalmente pueblos hermanos, ¿por qué no estar juntos?; ¿por qué no estar unidos? Yo estoy segurísimo de que el pueblo ecuatoriano y el pueblo peruano desean que así sea, y depende de nosotros los gobernantes para que esto sea una realidad, depende de los gobernantes para que, con criterio, con inteligencia, con desprendimiento, podamos hacer que estos dos pueblos se unan en un solo corazón; que
estos dos pueblos —yo, como cajamarquino, como natural de un lugar que tiene frontera con el Ecuador, lo digo— se unan en un solo corazón; que estos dos pueblos se den un abrazo inmenso, un abrazo inmenso imperecedero de amistad, de paz, por el bien de nuestros hijos, por el bien de los hijos de nuestros hijos, por la prosperidad de ellos y la felicidad de ellos.

Gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Rafael Rey.

El señor REY REY (Ren).— Señor Presidente: "En la hora de ahora", como le gusta decir a Enrique Chirinos citando a Ortega y Gasset, el interés del país nos pide una decisión histórica. Histórica por el tiempo, casi sesenta años de enfrentamientos armados y diplomáticos con el Ecuador; histórica por las circunstancias quizás irrepetibles en que se pide nuestra opinión; histórica porque quizás es la última oportunidad de asegurar la paz definitiva para nuestro país; histórica, finalmente, porque hay expectativa internacional sobre la respuesta que daremos los congresos del Perú y del Ecuador.

El día de hoy cada uno de nosotros tendrá que tomar posición, y yo quiero explicar una vez más por qué voy a votar a favor de la resolución legislativa.

Ya he explicado ayer el curso de mis pensamientos y las inquietudes y dudas de carácter jurídico que tenía. No voy a volver sobre ellas, porque han sido perfectamente aclaradas por el Canciller de la República y por otras personalidades conocedoras de la materia que hoy se unen a él, como Francisco Tudela, como Diego García Sayán, como Félix Denegri Luna y como diversos señores embajadores en retiro. A ellos se suman ahora numerosas instituciones privadas de intelectuales, militares, empresarios y ciudadanos.

No voy, pues, a volver a explicar mis razonamientos jurídicos. No hay, en el aspecto jurídico, razón alguna para dejar de apoyar esta iniciativa, lo que puede haber es una preocupación de orden político —justa, pero de orden político—, y es la siguiente.

La decisión más fácil para mí es abstenerme o votar en contra. Así, si todo sale bien, celebraría en conjunto con quienes votaron a favor, diciendo que yo también me alegro, porque, si hubiera tenido toda la información y toda la seguridad, también habría votado a favor; y, si algo sale mal, por pequeño que sea, puedo utilizar eso poco que sale mal para criticar a quienes votaron a favor.

No pretendo insinuar que ésa vaya a ser la actitud de quien vote en contra. Yo creo que tan peruana es una decisión como la otra, la mayoría no necesita de mi voto para aprobar la resolución. Sin embargo, mi conciencia me dice claramente que debo jugarme por la paz, y me dice también que tengo el deber de pensar que en la guerra los padres tienen que enterrar a sus hijos y tienen que pasar por ese terrible dolor. Aunque en otras circunstancias mis padres han pasado por ese dolor, yo no quiero que otros padres y madres pasen por la experiencia, son ya muchos peruanos y ecuatorianos que han sufrido.

Francisco Tudela daba ayer, en una entrevista, una serie de razones para votar a favor de la propuesta de los garantes. Yo quiero leer una de ellas:

"Si yo estuviera sentado en el Congreso, haría un acto de conciencia y pensaría en todo lo que hemos sufrido por este problema. Yo hice mi rehabilitación, después de los sucesos del 22 de abril —lo de la residencia del embajador—, en el Hospital Militar. Fui todos los días, durante varios meses, a aprender a caminar de nuevo, después de dos operaciones. Hice mi rehabilitación con unos muchachos de 18 y 19 años que habían sido soldados en el Cenepa, y no tenían piernas o les faltaba un brazo.

Yo creo que todo político debe comprender que, del otro extremo de sus decisiones, hay o un soldado o un policía —dependiendo del tipo de decisión— que va a dar el cuerpo; y que ese hombre está hecho de sangre, de pulmones, de cerebro, de sistema nervioso, y que puede morir y que no es una ficción ni la muerte ni el dolor de las familias.

En ese sentido, yo haría una reflexión sobre lo que hemos vivido el 95, sobre lo que hemos vivido el 81, sobre la permanencia de este problema; y pensaría en otros ejemplos en el mundo; pensaría en la Unión Europea, que entre el 39 y el 45 sufrió la peor guerra mundial que ha visto el mundo, se peleó entre el Atlántico y los Urales en Europa —esto es, desde las costas de Francia hasta Rusia—, donde murieron
millones de hombres, con ciudades devastadas, bombardeadas con fósforo líquido, y destruidas; y, sin embargo, el próximo año esos países que libraron una guerra encarnizada y mortal, van a estar dentro de una unión, que es la Unión Europea. Yo pensaría en el futuro."

Como representante al Congreso, señor, yo siento claramente que represento el sentir de mis propios electores votando a favor.

Esta mañana, en Radio Programas del Perú, en una entrevista que le hacían a un congresista ecuatoriano, Raúl Vargas se despidió de ese colega ecuatoriano diciéndole: "que Dios ilumine a los congresistas ecuatorianos y peruanos para que la decisión que tomen hoy asegure el bienestar de nuestros países".

Y a eso, señor, se ha añadido una anécdota personal, que me va a usted disculpar que la relate, porque también me emocionó.

Esta mañana en misa, en la Iglesia de Fátima, antes de la bendición final el sacerdote les pidió a los asistentes: "vamos a hacer una oración especial para que Dios ilumine a nuestros parlamentarios y a los parlamentarios ecuatorianos, para que con su voto aseguren la paz y el desarrollo y prosperidad de nuestros pueblos, y vamos hacerlo a través de la Virgen, que es mediadora y reina de la paz". A mí me emocionó.

Quiero dejar claro con esto que no pienso que el creyente tiene necesariamente que votar a favor; pero, a mí, me ha servido la reflexión.

Así como respeto la opinión contraria, pido que se respete la mía. Todos, no hay duda, queremos el bien de nuestra patria, de "este Perú dulce y cruel", como lo llamó Jorge Basadre.

Gracias.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Alfonso Baella.

El señor BAELLA TUESTA (I).— Señor Presidente, partiré de las declaraciones que ha hecho, al iniciar esta sesión, el señor Oswaldo Sandoval.

Él, con su experiencia y su visión política, nos dijo que aquí estamos cuantos parlamentarios, mientras

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en Quito hay otros tantos, para discutir un asunto de enorme importancia, de importancia histórica para nuestros países.

Yo he tomado pie en estas expresiones del señor Sandoval para decirle que son excesivamente ciertas: aquí nos hemos reunido para hacer historia. Pero nos estamos olvidando de algunas personas que no tienen voz, que no están presentes aquí y que apenas siquiera se les ha mencionado.

Este conflicto que surge, y el que nos preocupa más, que se trata de la Cordillera del Cóndor, tiene una ubicación geográfica y tiene un contenido político. Pertenece al departamento de Amazonas, que es una circunscripción política del país, y este departamento está poblado por seres humanos. Hay trescientas mil personas que viven en este departamento; entonces, nosotros estamos comprometiendo el futuro de esta gente. Con lo que vamos a decidir en esta asamblea también comprometemos la suerte y el futuro de todas las poblaciones que viven a lo largo de siete mil kilómetros de fronteras terrestres que tiene el Perú. Esas fronteras terrestres colindan con países amazónicos, y nosotros vamos a comprometer la vida y el futuro de esta gente.

Yo, señor Presidente, no voy a decir que he conversado con la gente de Amazonas, ni que estoy específicamente siendo apoderado de ellos para traer su voz; yo, señor Presidente, más bien, en esta noche de meditación —que me ha servido de mucho, porque tengo las cosas perfectamente claras y sé cómo voy a votar—, he pensado en el primer Presidente de la Asamblea Constituyente del Perú, en Toribio Rodríguez de Mendoza, cuyo retrato está a pocos metros del despacho que usted tiene aquí en el Congreso.

Don Toribio Rodríguez de Mendoza fue hijo de Chachapoyas, un vecino de Chachapoyas, que es la capital del departamento de Amazonas. ¿Qué es lo que predicó don Toribio Rodríguez de Mendoza? El formó a los fundadores de la República. Sus discípulos fueron, desde la Universidad de San Marcos, quienes hicieron la República cuando ésta se independizó por manos de Bolívar y de San Martín. ¿Y qué fue lo que dijo Toribio Rodríguez de Mendoza al finalizar sus días en la amargura y en la soledad? Que dos personas habían sido los más grandes enemigos del país —
lamentablemente, el retrato de esas personas preside esta asamblea—, y son Bolívar y San Martín. ¿Por qué? Porque fueron estos dos prohombres de nuestra historia quienes cedieron, primero, Guayaquil al Ecuador; y, en segundo lugar, cedieron el Alto Perú y lo independizaron. Entonces, atentaron contra el sentido de grandeza histórica, de vocación histórica que tuvo el Perú durante la colonia.

Yo he pensado esto y he buscado algunos viejos papeles que encontré en la Universidad de San Marcos. Inspirándome en este mandato de un hombre de Amazonas que lamentó que los políticos de Lima consideraran a la selva solamente como tierras inhóspitas, pues él pensó que se estaba atentando contra la integridad del país y dejó lecciones que sus alumnos, lamentablemente, no siguieron. Entonces, no tengo dudas sobre cómo voy a votar.

Pero también he escuchado a Francisco Pardo, que es mi amigo, y él ha hecho una visión interesante sobre cuál va a ser el futuro del Perú después de aprobar este proyecto.

Yo, señores, tengo una lealtad con el pueblo de Amazonas...

Me estoy dirigiendo al Presi dente, pero está conversando; y me estoy dirigiendo a quienes todavía no están conversando.

Entonces, le decía, señor Presidente, que tengo una lealtad para el departamento de Amazonas. Yo he nacido allá; aunque no estoy estrechamente vinculado, porque sigo la suerte de los amazonenses: trescientos mil viven allá, pero hay seiscientos mil que viven fuera porque no tienen de qué vivir en Amazonas, no saben cómo van a sobrevivir en Amazonas.

Entonces, en este momento en el que nosotros hablamos y discutimos sobre cuál va a ser el futuro de esta región, que van a haber inversiones, que van a haber barcos con bandera ecuatoriana, que van a haber barcos con banderas extranjeras surcando todos los ríos, etcétera, pensamos: ¿y qué hemos esperado durante ciento sesenta años de vida republicana?; ¿qué hemos esperado en los últimos años para no hacer inversiones suficientes en este departamento que tiene grandes posibilidades de desarrollo económico y de riquezas arqueológicas?


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Amazonas es un gran territorio olvidado, injustamente olvidado y deliberadamente olvidado, porque el centralismo siempre consideró que éste era un departamento que les traía conflictos, que les traía malas situaciones de carácter diplomático, no porque los amazonenses estuviesen ocupando o invadiendo el territorio ecuatoriano, sino que, desde que nació, el Ecuador puso sus miradas en ese departamento como su zona de expansión natural.

En 1942, cuando se discutió la cuestión del Protocolo de Río de Janeiro había un lema para los peruanos: "Tumbes, Jaén y Maynas, ni de vainas"; es decir, eran las tres zonas que pretendía el Ecuador y que nosotros no podíamos ceder bajo ninguna circunstancia.

Muy bien. Tumbes, Jaén y Maynas son peruanos, pero en el momento de suscribir el Tratado de Río de Janeiro se cedió Sucumbios al Ecuador. ¿Y qué había ahí? Terrenos deshabitados, una selva inhóspita; pero poco tiempo después, en el subsuelo —donde no se ve—, estaba la riqueza petrolífera que, descubierta por el Ecuador, fue adjudicada a su Ejército y que provee los fondos para comprar el armamento que el Ecuador ha necesitado para hacer todas las agresiones que se registran desde entonces en territorio peruano.

Entonces, mirando ese futuro que señala Francisco Pardo que él ve, yo también veo qué cosa va a ocurrir en el futuro. ¿Vamos a conocer, vamos a adentrarnos a los pueblos de Amazonas, señor Presidente, donde hay niños famélicos, donde no tienen medicinas, donde no tienen comida —no lo digo yo; es el boletín del Banco Central de Reserva—, donde se registra el mayor nivel de pobreza que hay en el país?

¿Qué vamos a ver en el departamento de Amazonas? Vamos a ver la fuente de riqueza hidroeléctrica más grande que hay en América: el pongo de Manseriche. ¿Qué hay en el pongo de Manseriche? Nada. ¿Qué va a haber? Probablemente capitales ecuatorianos con capitales peruanos, pero vamos a sentir nosotros que eso era nuestro, que podíamos haberlo explotado.

El departamento de Amazonas es el más rico en yacimientos arqueológicos: casi todo es un museo, señor. Los restos de la cultura antigua, que fue distinta de la cusqueña y distinta de la iquiteña, estos chachapoyas, que edificaron la Fortaleza de Kuélap, tuvieron una gran individualidad y una visión sobre
la selva, y esta fortaleza es un testimonio que nos han dejado a nosotros.

¿Qué cosa va a ocurrir con esto? Probablemente los ecuatorianos van a invertir un millón de dólares, dos millones de dólares, y tendremos centro turístico de primera calidad.

¿Por qué no lo hemos hecho nosotros?, ¿por qué discutimos y no figura en el Presupuesto General de la República una suma de dinero suficiente para que estas posibilidades del departamento de Amazonas se hubiesen puesto en evidencia? Yo he leído el proyecto de integración amazónica y libre navegación, y me parece que es interesantísimo. Vamos a tener ahí al Ecuador dándole acceso al uso de estos ríos de la cuenca del Marañón y del Amazonas. Esto era una cosa nueva. Solamente en 1942 se mencionó esta posibilidad, porque Ecuador jamás había sido país amazónico; pero no nos vamos a referir a ese punto en este momento.

Si nos imaginamos nosotros a estos ríos siendo navegados, entonces nos preguntaremos: ¿y por qué durante estos años, en los que no hemos tenido todavía los acuerdos celebrados con el Ecuador, no hemos tenido también la suficiente visión para evitar la contaminación de estos ríos, que están hoy envenenados por los traficantes de drogas...?

¿Señor Presidente, me podría usted dar un minuto?

El señor PRESIDENTE.— Un minuto, para no marcar un precedente.

El señor BAELLA TUESTA (I).— No va usted a marcar ningún precedente.

Es muy importante, señor Presidente, que me haya usted escuchado y que me haya usted dejado hablar estos diez minutos sin que me interrumpan los amigos de la oposición, porque seguramente a ellos les ha gustado lo que estoy hablando. A usted no le gusta lo que voy a seguir hablando y me corta. Vamos a respetar el Reglamento, pero ésa es la condición de ser independiente. Entonces, hay que hablar una vez cuando le gusta a usted, otras veces cuando le gusta a la oposición.

Muy bien, yo cumplo con mi deber de sangre: defiendo a los amazonenses, defiendo a esas

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personas que en estos momentos están luchando en la angustia para poder sobrevivir. No desconozco, señor Presidente, la labor que ha realizado el presidente Fujimori; no puedo poner en duda la entereza y el patriotismo del Presidente del Consejo de Ministros ni del Canciller ni del representante de las Fuerzas Armadas que hoy nos acompaña, el Ministro de Defensa; no puedo yo poner en duda el patriotismo de quienes no piensan como yo. Pero yo, en este momento, señor Presidente, con toda honestidad tengo mi voto definido, que va a ser por el "no"; y ojalá que, cuando vengan los papeles, cuando vengan los documentos, veamos que estos pronósticos negativos no se han cumplido, y entonces nosotros votaremos por el "sí". Pero en este momento mi conciencia está tranquila.

Estoy satisfecho y agradecido de usted y agradecido de todos mis colegas.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Gracias, doctor Baella.

Tiene el uso de la palabra el señor Rolando Breña.

El señor BREÑA PANTOJA (DEMO).— Señor Presidente, se ha hablado hoy día, y ayer también un poco, acerca de la paz; y hemos encontrado un deslinde completamente insustancial. Nos quieren someter al chantaje de que los que quieren que este Congreso apruebe el documento en discusión quieren la paz, y que quienes no votan a favor aprueban la guerra.

Ésa es una disyuntiva que no aceptamos. Nosotros también queremos la paz con el Ecuador y con todos los pueblos del mundo, también nos duele la caída de jóvenes peruanos en lucha por el territorio nacional; sin embargo, señores, eso no puede ser un chantaje sentimental como consecuencia del cual nos puedan obligar a votar por algo que no conocemos, por algo que no conocemos como correcto, por algo que no estamos de acuerdo en realizar.

También diríamos nosotros: ¡por los que murieron en el Perú, no votemos por algo que no conocemos!; ¡por los que fueron mutilados por las minas antipersonales, por los que fueron conducidos irresponsablemente por nuestros altos militares a conflictos inútiles a veces, no votemos por lo que nos están planteando!

Por eso, no al chantaje sentimental o emocional.

El Canciller decía hace un tiempo: "este problema no es un problema emocional". Ciertamente, no es un problema emocional solamente, pero también es emocional, porque los peruanos que somos peruanos de veras nos emocionamos con nuestra patria, con nuestro himno, con nuestros símbolos, con nuestra historia. Es que hay "peruanos" y peruanos; es que hay peruanos que no están enraizados fuertemente en nuestros antepasados, en nuestra tradición, en nuestra historia; cabalgan con un pie en el Perú y con un pie en otras nacionalidades, en otros países, en otras conciencias, por eso es que para ellos cien metros, doscientos metros, doscientos kilómetros de territorio son tierra eriaza que podemos perder en cualquier momento. Es que no son peruanos como aquellos que llevamos en la sangre la tradición, la raza, la herencia, la heredad nacional, las tradiciones; son peruanos de artificio, trasplantados. No digo que no sean peruanos; posiblemente sean peruanos, pero no son completamente peruanos, como incluso el que nos representa como Presidente de la República.

Pero tampoco podemos aprovechar para plantear aquí el chantaje de las Fuerzas Armadas. Las Fuerzas Armadas han sido convertidas, como consecuencia de este asunto, en una institución que discute, en una institución que hace asambleas, que toma acuerdos y que da manifiestos y pronunciamientos al país. No es este Ejército —estas Fuerzas Armadas— una institución deliberante; pero lo han hecho deliberante. Los generales, los coroneles, los contralmirantes, nos han mandado un manifiesto que dice "estamos de acuerdo con lo que dice, hace o piensa Fujimori". ¿Por qué no consultan a la población?, ¿por qué no les preguntaron a los loretanos?, ¿por qué no le preguntaron al Frente de Defensa de Loreto?, ¿por qué no les preguntaron a los demás pobladores?, ¿por qué nos hacen circular una entrevista del ex canciller Tudela?, ¿por qué nos hacen circular aquí un pronunciamiento de los empresarios del Ecuador y del Perú?; ¿por qué no nos hacen circular, por ejemplo, este pronunciamiento del Frente de Defensa, cuyo presidente y vicepresidente están en la tribuna?

Ese pronunciamiento dice: ¡Reiteramos nuestro rechazo a todo acuerdo con el Ecuador que viole el Protocolo! ¡Impediremos su ejecución con el derecho de la insurgencia! ¡Convocamos al pueblo de Loreto a inscribirse en el Cuerpo de Voluntarios por Defensa de la Patria!

¿Por qué no se hace circular este documento?; ¿por qué no se consulta no solamente al pueblo loretano, sino al resto del pueblo peruano?; ¿hay temor?; ¿hay miedo?; ¿se esconde algo?

Una segunda cuestión, que es importante también. Nos han hablado ahora de desarrollo de la amazonía, qué curioso. ¡Han tenido ocho años y no han hecho nada por la amazonía, no han hecho nada por las fronteras! La han dejado abandonada, y ahora dicen: "cuando se firme la paz con el Ecuador, la amazonía será un paraíso". ¡Ah, vaya!, ¿quién garantiza eso, si después de ocho años de ejercicio de gobierno no han hecho nada, absolutamente nada? Y ahora el Ecuador es la causa del desarrollo, del atraso y de la miseria de la amazonía peruana. ¡Eso es una barbaridad! Después de uno o dos años la situación va a ser la misma, ¿y a quién le van a echar la culpa luego?

Se habla de la compra de armas. ¿La compra de armas para el ejército es la causa del atraso de la amazonía? ¡Que lo digan, pues, las Fuerzas Armadas! Supongo que, cuando se apruebe lo que estamos tratando de aprobar ahora en este Congreso, lo primero que harán en la Comisión de Presupuesto será disminuir el presupuesto de las Fuerzas Armadas, el presupuesto de Defensa. Supongo que así será, para que sean conscientes y consecuentes con lo que están hablando ahora.

Una tercera cuestión: arbitraje o no arbitraje. Señor, yo no entiendo cómo dos gobiernos acuden a los garantes, y un gobierno, como es el ecuatoriano, diga: "hemos pedido el arbitraje"; y el Gobierno peruano diga: "no hemos pedido arbitraje ni mediación". ¿Qué cosa han pedido? ¿No han pedido nada?

¿Qué sucedería, entonces? Y nos hacemos la pregunta. Hoy día cada Gobierno tiene su propia interpretación de lo que ha pedido a los garantes, ¿y no será también que después cada Gobierno tenga su propia interpretación cuando aprobemos lo que aprobemos? Y en ese caso, ¿cómo quedaremos?

Es, señor, arbitraje; aunque no lo quieran admitir. El diccionario de Cabanellas lo dice claramente: "Arbitraje.— Toda decisión dictada por terceros". Esta decisión será dictada por terceros, no por los peruanos, ni por los ecuatorianos. Dice además: "con autoridad
para ello". Nosotros, este Congreso y el Congreso del Ecuador le van a dar esa autoridad. Es, señor, arbitraje; así lo dicen todos, menos nuestro Canciller, menos nuestro Gobierno.

Una cuarta cuestión. Nosotros desconfiamos de este Gobierno. ¿Cómo no desconfiar de este Gobierno si en ocho años nos han llenado de multitud de mentiras, de engaños, de fraudes, de tergiversaciones, de esconder y de ocultar información? ¿Cómo no desconfiar cuando hubo un famoso Pacto de Caballeros, cuando se dio el desenlace o el desalojo —que no existió— de Tiwinza, cuando se dio el problema del Alto Cenepa, cuando casi se firmó con Chile documentos que comprometían al Perú y que fueron felizmente no firmados como consecuencia de la movilización del pueblo de Tacna y del pueblo de todo el país, los tacneños principalmente? ¿Cómo no desconfiar? ¿Y qué seguridad, por eso, podemos darle a este Gobierno?

Por eso, nuestro voto va a ser en contra, señor Presidente. En contra, porque, en primer lugar, este Gobierno no nos representa, no es confiable, ha engañado y ha traicionado al país en más de una ocasión, y ahora presumiblemente será lo mismo. No podemos votar a favor, porque no conocemos lo que estamos votando, porque votando y aprobando lo que ahora se pretende se aprueba el paquete, el conjunto de negociaciones. No es un asunto particular simplemente, es el acuerdo definitivo y global. Y no podemos votar, señor, a favor, porque no estamos expresando en este Congreso, los ciento veinte congresistas, la opinión nacional.

¿Por qué tanto apuro? ¿Por qué la marcha forzada? ¿Quién lo exige?, ¿los garantes?, ¿lo exige Cardoso?, ¿lo exigen los Estados Unidos?, ¿lo exige Clinton?, ¿lo exige el apuro electoral del señor reeleccionista Fujimori para el año 2000? ¿Quién lo exige, señor? ¿Por qué no pensamos una semana, dos semanas, y consultamos a la población? Porque la decisión, que se dice "es decisión histórica", sí, señor, es decisión histórica, por eso también nosotros no nos corremos. Apóyenlo quienes estén claros en el asunto, nosotros no lo vamos a apoyar, porque encontramos, señor, desconfianzas, encontramos dudas y encontramos explicaciones no satisfechas.

Muchas gracias.


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El señor PRESIDENTE.—
Tiene la palabra el señor Harold Forsyth.

El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— Gracias, señor Presidente.

Saludo al Primer Ministro, al señor Canciller, al Ministro de Defensa.

En realidad, es interesante que el Congreso de la República haya revalorizado tanto su significado a través de esta presentación, y es curioso que, aparentemente, los países garantes, al solicitar esta convocatoria para hacer efectiva su propuesta, aparezcan como dándole a este Congreso un poquito más de interés y de credibilidad que lo que suele hacer el propio Ejecutivo.

Pero más allá de este pequeño comentario, sí tengo que señalar, señor Presidente, que apenas yo tuve oportunidad, hace algunos días, de acceder a la carta del presidente Fernando Henrique Cardoso, tuve una actitud inicial adversa a ese documento, lo cual expresé ante algunos medios de comunicación coincidiendo con muchas otras personas, fundamentalmente porque en ese momento teníamos una falta total de información. Y yo creo que este hecho es imputable fundamentalmente al Gobierno, y debería servirle de experiencia ya que este tema tiene que manejarse sobre la base del diálogo y sobre la base del consenso.

Han pasado los días y hemos podido tener conversaciones con distintas personalidades de la Cancillería y del Gobierno. Hemos podido dialogar entre nosotros, acceder al conocimiento del resto de la documentación y conocer fundamentalmente lo que era una pieza fundamental: la carta inicial que el presidente Fujimori y el presidente Mahuad enviaron al presidente Cardoso y que dio origen a la respuesta. Pero lamentablemente lo que conocimos, o lo que por lo menos yo conocí primero, fue la respuesta antes que la carta inicial.

Entonces, eso motiva una preocupación. Creo que hubiéramos ganado mucho en el país si el Gobierno paralelamente se apresuraba en convocar aquí diálogos que nos permitieran a todos nosotros, aparte de ser respetados como merecemos ser respetados, avanzar en nuestro conocimiento para estar mejor preparados para participar en este debate.

Dicho esto, sí quiero señalar que el conjunto de la documentación me motiva a mí a tener una actitud favorable en relación con todo este proceso; y favorable, señor Presidente, entre otras cosas, por una frase muy concreta que está en la carta del presidente Fujimori y del presidente Mahuad al presidente Cardoso cuando dicen que solicitan la fórmula aceptable para culminar la fijación en el terreno de la frontera terrestre común conforme a lo establecido en el Protocolo de Río de Janeiro —lo que es obvio— y al fallo del árbitro Braz Dias de Aguiar. Esto constituye, señor Presidente, algo absolutamente inédito. Yo, por lo menos, no recuerdo —no sé si alguien aquí lo haya visto— que el Presidente del Ecuador se refiera de manera taxativa e inequívoca al fallo de Braz Dias de Aguiar. Entonces, yo no veo cómo podríamos pedir más garantías que eso. Ya no es solamente el Protocolo de Río de Janeiro, sino el fallo del árbitro.

Entonces, si yo no conozco esa información, naturalmente no puedo tener la respuesta tan favorable como hubiera querido tenerla. Pero el fallo de Braz Dias de Aguiar no admite interpretaciones. Es una cosa absolutamente clara, y el hecho de que el presidente Mahuad lo reconozca de manera expresa significa, sin duda alguna, un triunfo, no hablemos del Gobierno, no hablemos ni siquiera de la diplomacia peruana. Hablemos del Perú, hablemos de todos los peruanos; y un homenaje a las vidas de peruanos que hemos perdido por una serie de hechos que todos conocemos.

Dicho esto, señor Presidente, se nos abre entonces la posibilidad de una demarcación, y una demarcación significa cerrar el hueco que constituye una herida abierta y que podría constituir, si no lo acometemos con imaginación y con coraje, el sostenimiento indefinido de una ordalía que tiene y representa un costo gigantesco para nuestro país, al margen del perjuicio que le pueda causar al Ecuador, lo que, por último, no tendría para nosotros tanta importancia.

Pero hoy que hablamos de institucionalizar el país, cómo no tomar en cuenta hechos concretos que paso a señalar:

Un pronunciamiento claro y preciso de los empresarios peruanos a través de la CONFIEP. ¿Cómo no tomarlo en cuenta? La CONFIEP es una institución absolutamente creíble.


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¿Cómo no tomar en cuenta, señor Presidente, un pronunciamiento —por supuesto, con la salvaguarda del caso— del Consejo Permanente de la Conferencia Episcopal del Perú —la Iglesia—? ¿Cómo no tomarlo en cuenta?

Y finalmente, ¿cómo no tomar en cuenta un pronunciamiento institucional de las Fuerzas Armadas del Perú?

Son hechos que por lo menos deberíamos tener como base para nuestro razonamiento, y son hechos reales, porque responden a instituciones concretas de nuestro país, lo que denominan algunos "poderes fácticos" o, en el caso específico de las Fuerzas Armadas, "poderes concretos", como ocurre en toda la realidad de América Latina. En otra oportunidad podríamos hablar de eso.

Pero, señor Presidente, esto implica además para nosotros la posibilidad de revitalizar el proceso de unidad latinoamericana, que, estoy seguro, es algo que en el programa de trabajo del Canciller —ojalá alguna vez podamos conversar de esto en la Comisión de Relaciones Exteriores— figura.

Hace años que abandonamos esa noción. América Latina es un mundo, es una realidad, es un continente; entonces, oigamos lo que hubiera querido decir Simón Bolívar a partir de esta proposición y de la salida concreta que tenemos.

El artículo 100º de la Constitución de 1979 decía que el Perú se orienta a la creación de una comunidad latinoamericana de naciones. Hoy tenemos una comunidad andina de naciones, y probablemente ninguno de los aquí presentes llegaremos a ver cuando Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia se unan en una sola nación, en un sólo país, como seguramente ocurrirá de manera inexorable en el siglo XXI.

Pero, en todo caso, aquí tenemos un paso concreto. Respetándose los derechos históricos del Perú, bajo la solidez de nuestros títulos, tenemos la opción concreta de que esa frontera se cierre; y desgraciadamente, de acuerdo con el derecho internacional, la única manera de que una frontera se cierre es si los dos países están de acuerdo en cerrarla.

Señor Presidente, no existe otra manera de hacerlo, y aquí hay ya la posibilidad concreta y el compromiso
concreto asumido por el presidente Mahuad de avanzar en ese camino.

Personalmente, de acuerdo a la revisión de toda la documentación, no tengo ninguna razón para dudar de los gobiernos de Estados Unidos, de Chile, de Brasil y de la República Argentina. Ninguna razón para dudar: los documentos, las pruebas instrumentales, todo lo actuado es demasiado claro.

Pero más allá de eso, tenemos que hacer un homenaje a las vidas que hemos perdido, a los peruanos que murieron, no solamente en el 42, sino en el 81 y en el 95; y a los peruanos que han sufrido mutilaciones y han perdido la vida por efecto de estas minas antipersonales.

Y no tendría tal vez tanto significado que el que habla opine sobre esto. ¿Por qué, señor Presidente? Quiero referirme a opiniones concretas que, en mi cabal entendimiento del tema, han significado para mí algo.

Javier Pérez de Cuéllar, el diplomático peruano que yo más admiro. He conversado con él hace pocas horas. A él le dije que iba a mencionar esta conversación aquí, y lo hago con su plena autorización. No tiene naturalmente una opinión cabal, porque, como no se encuentra, desgraciadamente, en el Perú, como hubiera sido su intención en este momento, carece de toda la documentación del caso, a pesar de que se han hecho esfuerzos por que reciba todo el material; sin embargo, él ve con sumo interés los enormes avances que este proceso registra.

Carlos García Bedoya lamentablemente no está más entre nosotros para opinar; pero se caracterizó toda la vida por fórmulas imaginativas que nos permitieran avanzar de manera concreta. Desgraciadamente, no estoy en condiciones de citarlo, como sí puedo citar a otros diplomáticos brillantes del Perú: Allan Wagner Tizón, con quien he conversado, canciller de lujo para la historia, quien señala que está de acuerdo, en principio, con el documento en la medida en que, naturalmente, el resultado se halla ajustado a derecho. Pero eso es una cosa que es obvia. El Canciller ha asumido acá su compromiso, nos ha dicho que él no estaría acá si no fuera así. Entonces, él está asumiendo el rol de garante personal, y, como era en la antigua Grecia —él lo sabe, porque es un gran jurista—, la garantía implicaba incluso la vida de la persona que se ofrecía.


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Aparte de Allan Wagner Tizón, José Carlos Mariátegui Arellano, ex secretario general de Relaciones Exteriores, brillante diplomático peruano, aparte de él, el embajador Arias Schreiber, hoy, en un clarísimo artículo en un medio de comunicación, expresando, por supuesto, los recelos y las dudas necesarias que todos tenemos en una u otra forma.

Pero no estaría siendo claro ni preciso ni completo si me dejara de referir a uno que para mí tiene una valoración muy especial: Carlos Alzamora Traverso, con quien he hablado hace media hora y me confirma que esto es un éxito notable de la diplomacia peruana. Si el embajador Carlos Alzamora lo dice, eso para mí tiene un significado especial, y no puedo tener ambages en reconocerlo.

Voy a terminar esta intervención, señor Presidente, con dos preguntas concretas al señor ministro y una propuesta específica. Voy a ser muy breve.

¿Cuál sería, en un eventual tratado futuro, el status jurídico de los garantes?

Los garantes del Protocolo de Río de Janeiro... Aprovecho la oportunidad para rendir un homenaje al canciller de aquella época, Alfredo Solf y Muro, y al gobierno del presidente Manuel Prado, que nos dieron un documento tan categórico. Los garantes firmaron como garantes ese Protocolo de Río de Janeiro, pero sus congresos no aprobaron el documento. No hubo trámite parlamentario de aprobación ni ratificación posterior de los gobiernos de estos cuatro países. Ése es un tema que a mí particularmente me preocupa en la medida que ahora, si el Ejecutivo firma un nuevo tratado, ¿cuál sería la participación vinculante de los países garantes?

Finalmente, ¿cómo visualiza el Perú la paz duradera? Porque, como ayer mismo me comentaba el embajador Pérez de Cuéllar, si no hay paz duradera, no hay paz. Entonces, ¿cuál sería el factor realmente vinculante para que el Ecuador asuma el compromiso formal y cumpla el compromiso formal de demarcar la frontera y no repita la misma acción de los últimos cincuenta años, a partir del Protocolo de 1942, que también, señor Presidente, era y es vinculante, y, sin embargo, el Ecuador no ha cumplido ni ha seguido ni ha obedecido? Entonces,
¿cómo ratificar el status jurídico de la garantía? Ésa es la primera pregunta.

Y la segunda, señor Ministro de Relaciones Exteriores, señor Presidente del Consejo de Ministros...

El señor PRESIDENTE.— Señor Forsyth, yo le pido que concluya su intervención.

El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— Voy a terminar en treinta segundos.

El señor PRESIDENTE.— No quiero sentar precedente.

El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— En treinta segundos, señor Presidente; le suplico.

Sería interesante que el Primer Ministro pudiera ratificar aquí el compromiso político del Gobierno de no hacer ninguna utilización política de los resultados de este futuro tratado.

Y la propuesta concreta al señor Ministro de Relaciones Exteriores...

Señor Presidente, por favor, treinta segundos.

En el documento de proyecto de resolución legislativa, en el considerando número seis, que usted lo tiene ante la vista, dice textualmente: "Esta situación dio origen en las últimas décadas a lamentables conflictos armados entre ambas Naciones, en los que perdieron la vida jóvenes peruanos y ecuatorianos". Aquí diera la impresión de que éste ha sido un conflicto tal vez étnico, tal vez cultural, como el conflicto greco-chipriota, como la guerra entre El Salvador y Honduras o el conflicto árabe-israelí. Aquí no hay esto. Estos conflictos lamentables fueron desatados en el 81 y en el 95 por el Ecuador, y este hecho tiene que quedar claro.

Me permito solicitar entonces que se reforme este considerando, porque el Perú fue el país agredido y actuó simplemente en legítima defensa.

Y en ese mismo entendido, en la propuesta resolutiva...

El señor PRESIDENTE.— Por favor, si me puede hacer llegar...

El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— Sí, señor Presidente. En la propuesta resolutiva falta un punto

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fundamental: ratificar la vocación de paz del Perú y la conducta histórica del Estado peruano de respeto al derecho internacional.

Ya con esto concluyo, señor Presidente.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Doctor De Trazegnies...

... Voy a procesar la cuestión de orden del señor Breña.

El señor BREÑA PANTOJA (DEMO).— Presidente, usted debe ser consciente de lo que ha prometido y lo que ha dicho. Ayer y al principio de esta reunión dijo que tenemos de cinco a diez minutos, que la Mesa iba a ser estricta completamente. Usted fue estricto con aquellos que hablaban en contra del acuerdo que aquí se pretende procesar; y usted, en ese sentido, ahora, a mi amigo, y a quien aprecio mucho, al congresista Harold Forsyth, le permitió hablar diecisiete minutos y usted no dijo nada. No dijo nada a eso, señor.

El señor PRESIDENTE.— Perdón,...

El señor BREÑA PANTOJA (DEMO).— Todavía no he terminado de hablar, señor Presidente.

Eso se llama incumplimiento del Reglamento, incumplimiento de promesa; por eso desconfiamos tanto de ustedes, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Quiero decirle que me he preocupado de eso. Les hemos dado tolerancia al doctor Alfonso Grados y tolerancia al doctor Alfonso Baella. Yo les pido sí la colaboración de todos ustedes, porque naturalmente lo que no quiero es que se interrumpa una sesión tan importante por cuestiones de forma.

Invoco, exhorto, a la responsabilidad de cada congresista. Les pido, por favor, que colaboren con la Mesa.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Una cuestión de orden, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— ¿Cuál es su cuestión de orden, señor Olivera?

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Señor Presidente, en realidad yo comprendo que se le dé más tiempo a quien cambia su posición y trate de justificar lo injustificable; incluso se permite citar a Javier Pérez
de Cuéllar como si estuviera respaldando esa posición...

El señor PRESIDENTE.— ¿Cuál es su cuestión de orden?

Si es una cuestión de forma, con mucho gusto.

El señor OLIVERA VEGA (FIM).— Es que usted le da más tiempo a quien se vende al Gobierno en su posición, señor.

El señor PRESIDENTE.— He tratado de ser sencillamente respetuoso.

Señor Forsyth, puede hacer uso de la palabra.

El señor FORSYTH MEJÍA (UPP).— Yo creo que en realidad lo último que ha dicho Fernando Olivera, de quien además soy amigo,... Yo creo que sería una injusticia de mi parte juzgarlo a él por lo que acaba de decir. Entonces, no le voy a pedir que lo retire. Simplemente, lo voy a ignorar por completo.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Fernando de Trazegnies.

El señor GRADOS BERTORINI (UPP).— Pido la palabra, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— ¿Cuestión de orden?

... Nada sobre los temas. Si yo estoy equivocado, dígamelo, y yo reconozco mi falta.

El señor GRADOS BERTORINI (UPP).— Para que se tenga la información más clara, debo decir que el señor Pérez de Cuéllar no tiene voceros en este Hemiciclo, excepto fundamentalmente lo que me corresponde por haber...

El señor PRESIDENTE.— Gracias, señor Grados Bertorini.

El señor GRADOS BERTORINI (UPP).— ... y el señor Pérez de Cuéllar se ha limitado a decir...

El señor PRESIDENTE.— Es una cuestión de orden y se procesa la cuestión de orden.

Puede hacer uso de la palabra el doctor Fernando de Trazegnies.

El señor MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES, doctor Fernando de Trazegnies Granda.— Gracias, Presidente.

En realidad, quería contestar a las preguntas que me ha formulado el congresista Harold Forsyth respecto, primero, del papel futuro de los garantes. Él mencionaba cuál sería el papel de los garantes dentro de un nuevo tratado.

En realidad, no va a haber un nuevo tratado, estamos simplemente en ejecución del Protocolo de Río. De manera que no se trata de hacer un nuevo tratado; vamos simplemente a completar la demarcación de acuerdo al Protocolo de Río.

Ahora, es verdad que los garantes son garantes de la ejecución del Protocolo. Una vez que se termine la ejecución del Protocolo, entiendo que los garantes, en realidad, ya no tienen esa función. Sin embargo, estoy seguro de que los países latinoamericanos, dentro de esa América Latina unida, vamos a cuidarnos entre todos y a garantizarnos entre todos una paz duradera y vamos a garantizar la presencia del derecho como criterio de organización de nuestros países.

En cuanto a cómo asegurar que Ecuador posteriormente cumpla con la demarcación y cumpla con poner los hitos, nos hemos preocupado mucho de esto en el curso de las negociaciones, y en el cronograma hemos establecido una estipulación que es clave, en la cual se dice que nada vale mientras no se coloque el último hito.

De tal manera que, si Ecuador va a tener los derechos a la libre navegación y va a tener, en realidad, el Tratado de Integración Fronteriza con todos los beneficios que eso significa, tiene que llegar hasta la colocación del último hito.

De manera que creo que ésa es nuestra seguridad, ésa es nuestra forma de obtener que esto realmente se cumpla.

Si me permite, señor Presidente, hace un momento, cuando habló el doctor Grados, en su primera intervención, quise también darle una respuesta, pero lamentablemente usted no vio que estaba pidiendo el uso de la palabra, y me gustaría darla ahora.

El doctor Grados preguntaba si lo que estamos votando ahora es exclusivamente esta consulta a los garantes
con el problema demarcatorio y el acuerdo de integración y el acuerdo de navegación van a ser discutidos después o si ya estamos desde ahora involucrando esos dos acuerdos.

Yo quiero decirle rotundamente que estamos votando solamente este pedido a los garantes para absolver este problema demarcatorio. Los otros dos tratados van a venir aquí al Congreso necesariamente. Por eso yo ayer incluso sustituí la propuesta inicial por una directa que dijera: van a venir al Congreso.

Tengo un profundo respeto, mis convicciones democráticas me hacen tener un profundo respeto por el Congreso. De manera que esto viene al Congreso nuevamente.

Es verdad que en este momento, si nosotros, por ejemplo, decidiéramos no darle la libre navegación a Ecuador totalmente, si decidiéramos no hacer el tratado, incumplir el artículo 6º del Protocolo, que nos manda esto desde el año 42, es posible que en ese caso ellos tampoco aceptasen terminar la demarcación, y también impugnarían todo. Eso es evidente.

Éste es un acuerdo global; como se dice, un acuerdo global y definitivo, pero el Congreso lo podrá decidir. El Congreso libremente en ese momento dirá: sí, es tan grave este tratado, que prefiero no terminar la demarcación; y entonces simplemente voto en contra. En ese momento podrá decidirlo. La libertad del Congreso está siempre salvada.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Miguel Ciccia.

El señor CICCIA VÁSQUEZ (I).— Muchas gracias, señor Presidente.

Aprovecho, por su intermedio, para saludar a los señores ministros.

Acababa de escuchar a mi colega Baella, que nació también en frontera, como yo, pero él dice que va a votar que no, y yo le voy a decir que voy a votar que sí, porque yo sí vivo actualmente en la frontera y traigo la representación de esa tierra bonita, de esa frontera, la más bella del Perú, allá donde corre alegre el río Canchis; allá donde vienen a bañarse todos los días ecuatorianos, a las Huaringas; allá donde hay un hito en Hormigueros, donde hay trueque todos los días entre peruanos y ecuatorianos.

Y por su intermedio, al señor Canciller: no hay ningún tipo de control, no hay ningún puesto que controle a estos peruanos y ecuatorianos que, atados a su amistad, hacen trueque todos los días, y eso es lo que espero ver de aquí a unos días más.

Por eso, al señor Canciller le digo que esta tierra que represento, Huancabamba, necesita su firmeza, necesita su seriedad, su inteligencia y su corazón para que traiga usted bajo la mano, nuevamente al Congreso, esa decisión, que el tiempo de oro nos gana; y podamos acá brindar con usted mismo y hacer también himnos de paz entre valses y pasillos con los amigos del vecino país del Ecuador.

Ayer le escuché a usted decir que los garantes no van a cambiar, no van a variar los pareceres de los dos pueblos, y que se va a respetar el Protocolo de Río. Por eso, desde esta bancada independiente, señor Canciller, señor Presidente, le entrego mi mano firme. Desde esta bancada independiente le digo que sí desde este momento, porque yo me he criado en la frontera escuchando los discursos de políticos como Velasco Ibarra, con su eterno afán de búsqueda de muerte, en búsqueda del logro personal y nada más, y así he escuchado a muchos otros políticos; por eso le pido que de aquí no pierda un minuto y que venga usted nuevamente para que le digamos que sí al pueblo peruano. Y el triunfo no será ni de usted ni de Fujimori ni del Presidente del Congreso, será del pueblo peruano.

Perdóneme que hable fuerte y que pida con coraje, porque allá en mi frontera lejana, allá entre flores y ponchos, allá con sus trenas hendidas, vive mi madre todavía soñando con la paz en la frontera.

Muchas gracias.

El señor PRESIDENTE.— Puede hacer uso de la palabra el señor Enrique Chirinos.

El señor CHIRINOS SOTO (Ren).— Señor Presidente: Antes de que me coma el tiempo, quiero adelantar que voy a votar en contra.

Es un voto difícil, probablemente el voto más difícil de mi vida parlamentaria y de nuestra vida
parlamentaria. Es un voto difícil al que me lleva una consideración fundamental, que es la de que, como hombre de derecho, me resulta casi —diría yo— imposible aprobar por adelantado una fórmula que no conozco.

Yo reconozco, sin embargo, que, quienes van a votar por el "sí", también ése es un voto patriótico, porque ellos están temerosos de que, si perdemos esta oportunidad, perdamos acaso la última oportunidad en muchos años de resolver el problema con el Ecuador.

Señor Presidente, éste es un laudo arbitral. Mi maestro de derecho civil en la Universidad de San Agustín nos decía: "los negocios jurídicos no son lo que las partes les llaman, sino que son lo que son". Yo considero un error académico —dicho sea, con todo respeto— del señor Canciller haber traído este tema sobre si es laudo arbitral o no es laudo arbitral. El presidente Mahuad dice que es; él dice que no es, y estamos enredados en una discusión terminológica de la cual, sin embargo, el señor Canciller se ha zafado esta mañana, porque ha dicho que no importan los términos, sino que lo que importa es el contenido de esos términos.

También he de reconocer que, si bien vamos a dar un salto en el vacío, si bien ese salto en el vacío produce en los hombres de derecho una sensación de vacío, justamente, una sensación casi estomacal del temor al vacío, el Canciller se ha provisto de muchísimos paraguas para que ese salto en el vacío no lo sea, sino que aterricemos en buen terreno.

Yo desearía estar equivocado; y si, como parece, triunfa la tesis de la respuesta positiva a la proposición formulada por el Poder Ejecutivo, desearía taxativamente que tenga éxito en todos los terrenos. Pero, naturalmente, el propio Canciller señalaba hace veinticuatro horas que la relación con el Ecuador es muy difícil, es muy peligrosa, y, cuando creemos que ha terminado, no ha terminado.

Esta mañana repasaba el señor Gamarra algunos accidentes de esta relación; y quizá no señalaba el primero —sin hablar de Huayna Cápac o de Túpac Yupanqui—; el primero, que es anterior al nacimiento del Ecuador como república independiente.

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En 1829 libramos una guerra con la Gran Colombia. Nuestra escuadra, comandada por el almirante Jorge Martín Guisse, quien perdió la vida allí, bloqueó y ocupó la ciudad peruana de Guayaquil; y una avanzada de nuestro ejército fue vencida no por el ejército ecuatoriano, que no existía, sino por el ejército gran colombiano en Portete de Tarqui. Pues bien, hasta hoy Portete de Tarqui es para los ecuatorianos su máxima victoria militar. Y creo que el día del Portete de Tarqui es el día de sus Fuerzas Armadas, y, cuando se libró ese encuentro, el Ecuador no existía. El Ecuador existió un año después, a partir de la Convención de Riobamba, en la que no estuvieron presentes ninguna de las tres provincias que año tras año nos han reclamado: ni Tumbes ni Jaén ni Maynas.

A mediados del siglo pasado, el Ecuador vende, entrega a sus acreedores británicos territorios amazónicos peruanos, y don Ramón Castilla tiene que invadir, ocupar el Ecuador y arranca el Tratado de Mapasingue, que, sin embargo, no se cuida de hacer ratificar por el Congreso ecuatoriano, y volvimos a las andadas. Y, cuando nosotros perdimos la guerra con Chile, el Ecuador consiguió el Tratado García-Herrera, mediante el cual le dábamos ingreso al Marañón. A Dios gracias, los congresos no ratificaron ese acuerdo, que no sirvió para nada.

A fines del siglo pasado el Ecuador y el Perú se entregan al arbitraje obligatorio del Rey de España don Alfonso XII. Y en 1910, siendo rey ya don Alfonso XIII, y a sabiendas de que el laudo arbitral de España iba a reconocer nuestros derechos, el Ecuador se subleva contra ese laudo.

En 1941 nos agreden y son derrotados en el campo de batalla, y nuestros ejércitos avanzan inconteniblemente hasta que Brasil, Estados Unidos y Argentina interponen su mediación, mediación que el Perú rechaza y sólo acepta los buenos oficios.

Y así llegamos a 1942. Creímos que el asunto había terminado, y no terminó, porque el Ecuador encontró la manera de burlar un tratado único en América, y quizá en el mundo, que tiene la firma de cuatro potencias garantes. ¿Por qué la tiene? Yo pienso, señor, por la desconfianza del Perú. El Perú desconfiaba; entonces, quería que estuvieran representados los garantes. A pesar de eso, hemos perdido cincuenta años el tema del Protocolo. El Ecuador ha conseguido esquivarlo, resistirse, no cumplirlo; y nosotros nos hemos empeñado en su cumplimiento.

Por eso, señor, yo me permito decirle que yo hubiera querido leer, pero el tiempo no me va alcanzar, un artículo que publicó ayer, en el diario del que es director, el doctor Francisco Chirinos Soto, varias veces Decano del Colegio de Abogados de Arequipa, ex rector de la Universidad Católica de Santa María, muchos años catedrático de derecho constitucional y entendido en derecho internacional público, en el que sostiene, en esencia, que el arbitraje de los cuatro países garantes es del todo innecesario, porque no se trata de arbitrar nada, sino se trata, y también es expresión del Canciller, de ejecutar lo que ya está contenido, y no se trata, nos ha dicho el Canciller esta mañana, de firmar otro tratado.

No vamos a pasarnos la vida firmando tratados respecto de tratados anteriores y pidiendo arbitrajes y ejecuciones de pactos cuando todo está claro. Y ahora, si triunfa su tesis, señor Canciller, y si la lleva usted adelante, y ojalá fuera usted el que la lleve adelante, tenga presente que en casi doscientos años hemos sido constantemente engañados, hemos sido constantemente hostilizados y se nos ha llevado varias veces a conflicto armado por parte de un país con el que ahora volvemos a empezar esta ronda de tratados, de protocolos, de garantías de ejecución y de todo aquello de lo que usted ha hablado con tanta versación.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene el uso de la palabra el señor Andrés Reggiardo.

El señor REGGIARDO SAYÁN (C90-NM).— Gracias, Presidente.

En esta sesión histórica se solicita al Congreso de la República la aprobación de un procedimiento que permita a los garantes proponer solución vinculante entre Perú y Ecuador en un conflicto de demarcación de fronteras dentro del marco jurídico del Protocolo del Río de Janeiro, del Fallo Arbitral de Braz Dias de Aguiar y de los complementos arbitrarios que se conocen después del Acuerdo de Itamaraty.
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Sobre este tema, ya el Canciller de la República y varios colegas que dominan el tema jurídico se han pronunciado y nos han dado una vasta información de los detalles y los argumentos sobre los avances de las negociaciones para alcanzar tan ansiada paz definitiva. Esa paz de la que tanto han hablado muchos ilustres compatriotas, pero que muy poco han hecho, a decir verdad, en la consecución de la misma. Discursos en los que se nos ha hablado y se nos ha tocado la fibra del patriotismo, en los que se ha hablado de nuestros próceres y nuestros héroes, en los que se ha hablado de muertos y en los que se ha hablado de heridos. Honor y gloria a ellos, Presidente, pero también en esos discursos se nos ha hablado de traicioneros, se nos ha hablado de espías y de otros aderezos de un patrioterismo estéril, Presidente.

Por eso creo yo que debiéramos repasar lo que dice aquel poeta venezolano Andrés Eloy Blanco, que en una de sus estrofas indica: "nuestros libertadores y nuestros próceres nos agradecerán seguramente hablar menos de ellos, pero hacer más de sus ideas". Y en ese camino estamos, Presidente.

La paz no sólo se va conseguir con la formalidad de una firma, la paz deberá alcanzarse con los progresivos acercamientos y la confianza mutua entre nuestros pueblos hermanos. Sólo se vivirá en paz cuando las relaciones fluyan con serenidad y sin amenazas.

Estamos próximos a dar un pronunciamiento muy importante en la historia de nuestro país, sobre todo para legar a nuestras futuras generaciones un país estable, un país con cimientos sólidos para su desarrollo y para el bienestar de nuestros compatriotas.

Si tuviéramos que referirnos al mediador más importante, tendríamos que preguntarle a la historia cuál de las partes es la más perjudicada; y sin ningún temor y sin ninguna duda, la historia contestaría: "las dos partes son las perjudicadas".

Los dos países somos perdedores, porque a lo largo del tiempo hemos sido incapaces de conducirnos como pueblos hermanos, tal vez como consecuencia de ambiciones políticas de sus gobernantes y de la miopía en la atención de sus pueblos, sobre todo de aquellos pueblos fronterizos y de aquellos pueblos amazónicos. Sólo seremos ganadores cuando, en definitiva, vivamos en paz.

Estamos aquí para resolver un problema demarcatorio entre Perú y Ecuador; pero, además, quiero aprovechar las palabras vertidas por Forsyth en el sentir y en el decir que estamos inexorablemente en el camino de una nación grande americana. Estamos en ese camino del mandato más importante de nuestros pueblos: el de la integración, señor Presidente. Y con esa integración contribuiremos a la consolidación de lo que hoy nosotros voluntariamente hemos acogido como la Comunidad Andina; y por qué no, tal vez, comenzar a sembrar el germen de la gran nación inca.

Es en ese sentido que, en mi condición de Vicepresidente del Parlamento Andino, he recibido una decisión, la Nº 028, en la cual, en su parte resolutiva, se indica como artículo primero: "Apoyar y respaldar las iniciativas y manifestaciones que vienen realizando los señores Presidentes Jamil Mahuad Witt y Alberto Fujimori Fujimori en busca de una solución pacífica al desacuerdo para concluir la ejecución del Protocolo de Río de Janeiro que mantienen las Repúblicas de Ecuador y Perú, muy en especial a la solicitud de respaldo para la intervención de los garantes".

El artículo segundo dice: "Exhortar a los Congresos Nacionales de las dos Repúblicas que, como muestra de su voluntad Integracionista y Bolivariana, aprueben en forma favorable la consulta puesta a su consideración por ambos Presidentes".

En su artículo tercero dice: "Pedir a los países garantes que sus sabias resoluciones se encuentren enmarcadas en los principios de paz, tolerancia e integración. Así como en la estricta observancia de lo solicitado por ambos presidentes".

Artículo cuarto: "Solicitar a la comunidad internacional se pronuncie en forma favorable, respaldando el proceso de paz entre los dos países».

Y como último: "Notificar de estas resoluciones a los Señores Presidentes de las Repúblicas Andinas, a los Señores Presidentes de los Congresos de las Repúblicas Andinas y todos los Órganos e Instituciones del Sistema Andino de Integración y demás organismos internacionales".

Firmado en Santa Fe de Bogotá el día 14 del mes de octubre del presente año, lo cual cumplo en informar a la Representación Nacional, Presidente.
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La integración, Presidente, es hoy tal vez la cultura de este tiempo: buena para el crecimiento, buena para la civilización, buena para la civilización de las costumbres, buena para acabar con las miserias del desacuerdo y el recelo entre los pueblos, buena —en fin— para construir la paz que al fin merece la especie humana.

No quiero terminar mis palabras sin antes felicitar al doctor De Trazegnies por su valentía al tomar la responsabilidad ante la historia, así como a todas las personas que han intervenido en estas conversaciones para alcanzar la tan pretendida paz.

Agradezco, como peruano y ciudadano andino, al doctor Francisco Tudela, al doctor Eduardo Ferrero y a la Cancillería del Perú en la representación del hoy canciller Fernando de Trazegnies.

Quiero también aprovechar para levantar un cargo que se ha hecho acá, que ya lo explicó muy bien Harold Forsyth. Ese cargo ha sido el que la peor derrota de la democracia peruana o de la diplomacia peruana se ha cometido. Eso es totalmente equivocado, Presidente; no habrá ninguna inconveniencia y saldremos, como siempre, sin perder un milímetro de terreno más que aquellos que sean necesarios en el replanteo geográfico cuando se tracen los hitos.

Muchas gracias, señor Presidente.

El señor PRESIDENTE.— Tiene la palabra el señor Luis Chang Ching.

El señor CHANG CHING (C90-NM).— Gracias, Presidente.

Es cierto, señor, lo que ha señalado el congresista Chirinos Soto en la historia que él nos ha planteado; pero la historia que nos ha planteado el congresista Chirinos Soto llega hasta 1942.

Si nosotros recordamos, señor, en 1952 el Presidente del Ecuador, Galo Plaza, plantea la inejecutabilidad del Protocolo de Río de Janeiro.

En 1960, el presidente Velasco Ibarra, del Ecuador, también plantea la nulidad del Protocolo de Río de Janeiro.

Señor Presidente, yo voy a votar a favor de la resolución legislativa, a favor de la solicitud del Poder Ejecutivo,
señor, porque mi voto es un voto de esperanza, mi voto es el voto que pretende cambiar la historia de los pueblos. Creo que los votos el día de hoy en el Congreso de la República del Perú, como también en el Ecuador, van a estar signados por la esperanza de que podamos cambiar la historia de nuestros países. Es cierta la historia planteada por el congresista Enrique Chirinos, la reconocemos, señor; pero también es cierto que nuestro voto el día de hoy es un voto de esperanza.

Quiero manifestar, señor Presidente, que la fórmula planteada por los garantes del Protocolo de Río de Janeiro no es una fórmula nueva. Ya en 1945, cuando tenía que demarcarse y colocarse los hitos de la frontera en la parte occidental, los garantes también recurrieron a una forma similar a la que hoy se ha propuesto al Congreso del Perú, y en aquella oportunidad el entonces Canciller del Brasil, señor Oswaldo Aranha, planteó que la solución que se planteaba a esa parte occidental de la frontera del Perú fuese una fórmula, conocida como la Fórmula Aranha, que fuera también obligatoria para los dos países, como lo ha sido, señor.

Por esa razón, nuestras esperanzas no son esperanzas infundadas, sino también son esperanzas fundadas de que ahora, bajo esta posibilidad, bajo esta fórmula, podamos culminar este proceso y coloquemos todos los hitos en la frontera.

Quiero señalar, señor Presidente, que un ejercicio muy simple de aritmética nos podría decir lo que puede ocurrir a nivel de los dos países:

Actualmente la deuda externa del Perú se calcula en aproximadamente 18 mil 500 millones de dólares. La paz armada del Perú, durante estos últimos cincuenta y seis años, no sabemos cuánto nos ha costado, señor. Si nos costase 100 millones de dólares al año, la deuda externa sería quizás treinta por ciento menos; si fueran 200 millones de dólares al año, el costo de esa paz armada sería el sesenta por ciento de nuestra deuda; y, si fuera 300 millones de dólares al año, explicaría casi el noventa por ciento de nuestra deuda externa.

¿Y por qué no podemos hablar, señor, que los conflictos y las tensiones en la frontera pudieron haber costado quizás unos 1 mil 700 millones a lo largo de estos cincuenta y seis años? Y tenemos que estas cifras explicarían gran parte, si no es el total, de nuestra deuda externa. (Ver cuadro 1)

Cuadro 1

PAZ ARMADA-DEUDA EXTERNA

  • .DEUDA EXTERNA
    US $ 18 500 millones

  • . PAZ ARMADA
    56 AÑOS
    US $ 300 mill./ año
    = US$ 16 800 mill.
    = 90% deuda ext.


  • . CONFLICTOS
    (US $ 1 700 mill.)

 

E R Ú - E C U A D O R

Señor, el INFES, del año 92 al año 98, ha construido 1 mil 974 colegios; cerca de 363 colegios adicionales a través de un convenio con el Ministerio de Economía y Finanzas, el Banco Interamericano de Desarrollo, etcétera; ha construido establecimientos de salud, aldeas... Ahí los números están clarísimos: 73 establecimientos de salud, 8 aldeas infantiles. El gasto total de estos 2 mil 418 proyectos que se han ejecutado y que son conocidos a lo largo y ancho del Perú llega a 1 mil 117 millones de nuevos soles. (Ver cuadro 2)

Cuadro 2


I N F E S
Instituto Nacional de Infraestructura Educativa y de Salud
Obras de infraestructura Educativa y de Salud
al 30 de Setiembre de 1998

 

Rubro

Nº de obras

Monto de Inversión

Referencial S/

1.

Programa de Inversión
Locales Escolares (1992-1998)

1974

919 765 762,84

.

Obras Rescindidas que han sido Levantadas con Saldos de Obras

 

11 536 560,12

2.

Programa de Inversión
Establecimientos de Salud

73

11 445 145,07

3.

Aldeas-Convenio con la Fundación por los Niños del Perú (1996-1997)

8

10 214 310,54

4.

 

Convenio MECEP/BIRF y
MECEP/BID(1996-1997)

363

164 135 752,24

Total Infraestructura 2418 1 117 097 530,81
Gastos de Capital (Equipamiento)   151 818 661,00
Total 2418 1 268 916 191,81

 

FONCODES, señor Presidente, ha hecho un total de 23 mil proyectos de apoyo social, en los que están
considerados: mejoramiento de centros y postas de salud, construcción y mejoramiento de aulas, instalaciones deportivas, programas de educación, abastecimiento de agua, desagüe, alcantarillado. (Ver cuadro 3)

Cuadro 3

LÍNEA DE INVERSIÓN

TOTAL Nº

MONTO US $

APOYO SOCIAL

23 867

565 875 319

SALUD

1899

47 444 494

Programas de Salud

595

15899 539

Const. y mej. de Centros y puestos de salud

1 304

315 444 955

EDUCACIÓN

11 699

263 399 264

Const y mej. de aulas

9 824

222 949 932

Const y mej. de ins. deportivas

762

9 799 853

Const y mej. de Centros Comunales

668

21 298 654

Programas de educación

445

9 350 825

SANEAMIENTO

10 269

255 031 560

Abastecimiento de agua

7 428

164 739 546

Deasgüe y Alcantarillado

2 841

90 292 014

 

Siguiente cuadro, por favor.

Apoyo a la producción en el sector agropecuario, los pequeños sistemas de riego, infraestructura de comercialización. Miren, en apoyo a la producción son 5 mil 566 proyectos: en energía, redes secundarias de electrificación, etcétera. (Ver cuadro 4)


Cuadro 4

 

LÍNEA DE INVERSIÓN

TOTAL Nº

MONTO US $

APOYO A LA PRODUCCIÓN

5 566

236 027 365

AGROPECUARIO

2 601

118 982 908

Pequeños sistemas de riego

2 499

116 021 279

Infraestructura de comercialización

102

2 961 629

TRANSPORTES

1 464

66 963 309

Caminos vecinales, trochas y empedrados

576

38 582 795

Const. y mej. de puentes y balsas cautivas

888

28 380 513

ENERGÍA

1 501

50 081 149

Red secundaria de electrificación

1 501

50 081 149

 

 

Siguiente cuadro.

FONCODES ha hecho, a lo largo de estos últimos seis años, un desarrollo productivo de 2 mil 104 proyectos, de los que vamos a dar más detalle en pocos minutos, señor Presidente.

(Ver cuadro 5)

Cuadro 5

LÍNEA DE INVERSIÓN

TOTAL Nº

MONTO US $

     

DESARROLLO PRODUCTIVO

2 104

106 495 140

     

Módulo agropecuarios y productivos

1 321

71 662 006

Capacitación productiva

55

4 146 463

Pequeña empresa de transformación

97

12 591 936

Forestación y rehabilitación de tierras

631

180 947 345

     

PROYECTOS ESPECIALES

200

286 935 074

 

Siguiente cuadro.

El total de la inversión de FONCODES en estos seis años llega a 1 mil 195 millones de dólares para 31 mil 737 proyectos. (Ver cuadro 6)

LÍNEA DE INVERSIÓN

TOTAL Nº

MONTO US $

APOYO SOCIAL

23 867

565 875 319

APOYO A LA PRODUCCIÓN

5 566

236 027 365

DESARROLLO PRODUCTIVO

2 104

106 495 140

PROYECTOS ESPECIALES

200

286 935 074

TOTAL

31 737

1 195 332 898

 

 

Se ha dicho, señor Presidente, que en la frontera no se ha hecho obras. Señor Presidente, en el distrito de Imaza, en la provincia fronteriza de Bagua; y en la provincia de Condorcanqui, señor, tenemos información que FONCODES ha desarrollado un total de 400 proyectos, señor Presidente, 400 proyectos que van en todo lo que hemos señalado el día de hoy. Y adicionalmente, señor, decirle que nos sentimos realmente alegres cada vez que nosotros recorremos estas zonas, las comunidades de Chipe Cuzú, comunidades de Yamallakat, Numpatkein, centros en los que se han desarrollado proyectos de FONCODES.

Siguiente cuadro.

Quiero decirle, señora Presidenta, que el INFES, del año 92 al 98, en resumen, ejecuta 2 mil 418 obras con un total de alrededor de 500 millones de dólares; y que FONCODES hace más de 30 mil obras con 1 mil 200 millones de dólares. (Ver cuadro 7)

 

PAZ ARMADA - OBRAS

  • . INFES 92 – 98                  2 418 OBRAS

    INVERSIÓN alrededor de US $ 500 mill.

  • . FONCODES 92 – 98          + 30 000 OBRAS

    INVERSIÓN aproximada US $ 1 200 mill

 

Entonces, quiero decirle, señora Presidenta, que el total de esta obra de estos cerca de 1 mil 700 millones de dólares —es decir, la obra de FONCODES y de INFES en todo lo que es la vida de los últimos seis años—, toda esa obra es menor en inversión a lo que se podría obtener con 2 mil millones de dólares de inversión que serían traídos al Perú para desarrollar nuestra zona de frontera, aquella zona que tanto se ha hablado que no tiene condiciones para su propio desarrollo.
C O M I S I Ó N D E

Es decir, está plenamente justificado, señora Presidenta, que nosotros podamos fundamentar que ahora sí tenemos un voto de esperanza.

Quiero decirle, por último —para terminar—, que mi tierra es tierra de valientes, mi tierra es tierra de héroes, señora Presidenta, desde Elías Aguirre, que estuvo con Miguel Grau, hasta José Quiñones Gonzáles. Mucha gente del pueblo de Lambayeque, mucha gente de la región, que está relacionada con Cajamarca y Amazonas, ha ido, señora, a defender las fronteras. Por eso, señora, ahora nosotros tenemos que decir que nuestro voto es un voto de esperanza, que es un voto que nosotros creemos que debe cambiar la historia; y por esa razón, señora Presidenta, por estas razones aquí planteadas, voy a votar en favor de esta resolución legislativa.

Muchas gracias.

—Durante la intervención del señor Luis Chang Ching reasume la Presidencia la señora Luz Salgado Rubianes de Paredes.

La señora PRESIDENTA.— Tiene el uso de la palabra el congresista Ramos.

El señor RAMOS SANTILLÁN (C90-NM).— Gracias, señora Presidenta.

En primer lugar, saludo la presencia del señor Premier, del señor Canciller y del señor Ministro de Defensa en este día histórico para todos nosotros los peruanos.

Señora Presidenta, como es conocido, yo soy amazonense. En mis últimos años de profesional he estado viviendo en la ciudad de Chachapoyas y he tenido la oportunidad de visitar la zona de frontera.

He visto, señora Presidenta, llorar a muchas madres, a muchos hermanos por la pérdida de sus seres queridos, por el enfrentamiento entre estos dos países, como son el Ecuador y el Perú.
P E R Ú - E C U A D O R
Efectivamente, como decía el doctor Baella, el departamento de Amazonas tiene muchos problemas de pobreza. Específicamente la provincia de Condorcanqui, considerada como una provincia en extrema pobreza, en estos momentos necesita de mucho apoyo del Gobierno. A pesar de las obras que se vienen ejecutando en todo el departamento de Amazonas, como centrales hidroeléctricas, mejoramiento de carreteras, yo soy consciente de que falta mucho más para solucionar el problema de la pobreza.

Por eso es que en estos momentos nosotros los parlamentarios tenemos que tomar una decisión firme con la finalidad de que ese presupuesto que se viene gastando en conflictos militares se invierta en estas provincias fronterizas, que necesitan el apoyo del Gobierno.

Señora Presidenta, en estos últimos años, en mi condición de ex alcalde, he participado en muchas reuniones con alcaldes de Jaén, de San Ignacio, de Bagua, y con los alcaldes de las hermanas provincias del Ecuador, y en ellos he notado el interés de hacer trabajos coordinados con la finalidad de que ambos países se puedan beneficiar. Pero no hemos podido avanzar mucho más por el problema de los conflictos que cada año se repiten.

Muchos de los pobladores del departamento de Amazonas han crecido con ese trauma de la guerra, con ese trauma de los conflictos. Nosotros, desde que tenemos uso de razón, hemos escuchado todos los años que en algún momento iban a bombardear Chachapoyas, iban a bombardear Bagua, Utcubamba, Jaén o San Ignacio. Ése es el trauma que ha tenido la población de Chachapoyas, del departamento de Amazonas; y yo creo que ahora nosotros no titubeamos para tomar una decisión y apoyar firmemente a nuestro Presidente de la República y a nuestro Canciller, porque somos conscientes de que nuestro Presidente de la República ha solucionado grandes problemas, problemas de índole económico, el problema del terrorismo y, recientemente, la decisión para solucionar el problema de la embajada del Japón.

¿Por qué vamos a dudar de nuestro Presidente de la República si con hechos ha demostrado que ha tenido resultados positivos para nuestro país? Por eso, señora Presidenta, yo no dudo en apoyar el día de hoy en mi condición de peruano, de amazonense, y lo hago porque sé que va a beneficiar a mi departamento de
Amazonas, porque sé que en estos momentos van a haber fuertes inversiones y el departamento de Amazonas definitivamente se va a beneficiar.

Por ello, señora Presidenta, doy mi amplio respaldo a nuestro Presidente de la República y a nuestro Canciller. Ojalá el día de hoy también nuestros colegas congresistas de las diferentes bancadas den su voto de conciencia y lo hagan pensando en el país, lo hagan pensando en esas provincias fronterizas como Condorcanqui, porque hoy día realmente ha llegado el momento de que pasemos a la historia solucionando este gran problema.

Muchas gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Gracias, congresista Ramos.

Tiene el uso de la palabra el congresista Ezquerra.

El señor EZQUERRA CÁCERES (C90-NM).— En estos momentos en que nuestro país requiere que estemos unidos sin discrepancias profundas ni tintes políticos para tomar una gran decisión, ésta es la oportunidad y el momento preciso, porque las condiciones se dan para conseguir la paz definitiva entre dos pueblos hermanos que tienen la misma raíz, el mismo destino. Son pueblos, son naciones que apuntan a luchar por un solo objetivo, cual es vivir en paz y luchar contra la pobreza.

Señora Presidenta, durante muchas décadas hemos venido buscando el acercamiento para culminar la demarcación de nuestra frontera con el país vecino; y hoy esta decisión, que es histórica, porque tenemos la posibilidad de dar el paso necesario pero firme para poner todas... En fin, un problema latente definitivamente terminado entre nuestro país y el hermano país del Ecuador, pero dentro de los límites establecidos en el Protocolo de Río de Janeiro y los demás instrumentos complementarios.

Ahora, señor Presidente, que tenemos los elementos de juicio proporcionados por el Canciller, por nuestro Ministro de Relaciones Exteriores, cuyo mensaje ha sido claro, concreto, conciso, y lo que es más importante, veraz y convincente, debemos considerar que ésta no es una nueva propuesta para demarcar la línea fronteriza, sino más bien para darle a la que existe la fuerza definitiva.


C O M I S I Ó N D E
Se debe aprovechar esta cobertura de acercamiento para poder llegar a un entendimiento imparcial entre los dos países. Este hecho se ha de sumar a los largos años de negociación que hasta ahora nos parecían imposibles. Pero, como es de verse, el Ecuador acepta —y esto hay que recalcarlo, hermanos congresistas, colegas—, el Ecuador acepta la validez del Protocolo de Río, desecha el mito del acceso soberano al Amazonas y acepta, incluso, la línea demarcatoria Braz Dias de Aguiar, requiriendo para ello que la propuesta de los garantes tenga poder vinculante para poner fin a cincuenta años de discrepancias demarcatorias.

Como vemos, señora Presidenta, los acuerdos logrados por nuestro país son impecables desde el punto de vista de la soberanía nacional y se ha logrado que el Ecuador vaya aceptando los documentos mencionados.

Ahora que estamos en la etapa final de conversaciones, donde también deben participar los países garantes, que nos están apoyando con su concurso para superar las dificultades que puedan presentarse y lograr un acuerdo global y definitivo, ¿por qué no hacerlo?

No debemos desperdiciar un esfuerzo diplomático extraordinario de tantos años, que ha costado muchas vidas. Si todo está dentro de la aplicación del Protocolo de Río de Janeiro y sus instrumentos complementarios —es decir, del marco jurídico y del procedimiento que solicitan los países garantes—, no se pone en riesgo la soberanía ni la integridad territorial de nuestra patria.

Señora Presidenta, tenemos que tener en cuenta que nuestros países han sido duramente castigados por el fenómeno de El Niño. Este castigo ha hecho que nuestro Gobierno destine gran parte de su presupuesto para reconstruir los lugares más azotados, los lugares más destrozados por este fenómeno.

Al Ecuador, el fenómeno de El Niño le cuesta aproximadamente 2 mil 690 millones de dólares, con pérdida de vidas humanas, y es una herida que sangra todavía y que el Ecuador tiene que curar a la brevedad posible con grandes desembolsos. Es igual que al Perú; pero nosotros, por las previsiones que tomamos, no hemos tenido pérdida de vidas y la reparación es de un costo mucho menor. De tal manera que nada justifica que nuestra economía la tengamos que distraer en comprar armamentos.

En lo que refiere a lo que dijeron algunos colegas el día de ayer, no hay nada oculto, no hay nada que se haya hecho a espaldas del pueblo, ni nada que se hará tampoco por este camino. El camino ha sido simple como un anillo, sin aristas, sin recovecos, sin nada que pueda empañar; han ido nada más, todos sus actos, en la ratificación del Protocolo de Río de Janeiro de 1942.

Nosotros estamos ahora enfrentando una lucha frontal y total contra la pobreza y el desempleo. Nosotros tenemos que hacer, ahora más que nunca, un voto de conciencia; y que todos los peruanos nos unamos en un solo puño, en un solo destino. El mejor destino es el Perú, el Perú unido para conseguir por fin una paz duradera con todos los países de América.

Gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Gracias, congresista.

Tiene el uso de la palabra el congresista Daniel Coral.

El señor CORAL PÉREZ (CODE-AP).— Gracias, señora Presidenta.

La historia no solamente hay que conocerla como una cronología de hechos y acontecimientos producidos a lo largo de un período determinado. A la historia, señora Presidenta, hay que aprender a vivirla, hay que aprender a sentirla, hay que rememorar los hechos que han signado nuestras vidas y la de nuestros antepasados. Por eso es que, cuando reviso la información sobre los conflictos sufridos por el pueblo peruano a través de toda su historia, tengo que asumir un compromiso con aquella gente que ha defendido nuestra integridad territorial, con aquella gente que nos ha dado un legado histórico que tenemos que revalorarlo y defenderlo; y cuando veo, señora Presidenta, que nuestra extensión superficial inicial fue de 13 millones 125 mil 200 kilómetros cuadrados, hoy reducida a 1 millón 285 mil kilómetros cuadrados, tengo que recordar cómo, a través de este tipo de actitudes como en el presente estamos recordando y estamos tratando, se ha visto oprobiosamente reducida nuestra superficie territorial como una responsabilidad histórica también para aquellos hombres que, como el día de hoy nosotros, tuvieron la oportunidad y la responsabilidad de afrontarlo.


P E R Ú - E C U A D O R
Bolivia originó nuestro desmembramiento bajo el mandato de Simón Bolívar, y nos fue reducido en 1 millón 382 mil 800 kilómetros cuadrados. Ésta es una información que la he recogido, colegas congresistas, señora Presidenta, señores ministros, de la Sociedad Geográfica de Lima.

Brasil, con el Tratado Hernán Velarde-Río Branco, nos ha disminuido 441 mil kilómetros cuadrados.

Chile, por abandono y por negligencia de los gobernantes peruanos, el Archipiélago de Chile, sin incluir las abandonadas Islas de Pascua, Puerto Hernández, San Félix, etcétera, 27 mil 14 kilómetros cuadrados.

Colombia, con el Tratado Salomón-Lozano, el 4 de marzo de 1922, 126 mil kilómetros cuadrados.

Y con el Ecuador, nuestro vecino país con quien suscribimos el Protocolo de Río de Janeiro después de muchísimos años de conflictos bélicos y de defensa de nuestra integridad territorial, suscripción hecha con los actuales garantes de ese Protocolo de Río de Janeiro, que hoy nos piden una ampliación más de sus facultades para que, después de cincuenta y ocho años, tengamos que darles la posibilidad de lo que yo entiendo como una revisión del Protocolo de Río de Janeiro. Y nos exigen que a priori, sin conocer los términos de los acuerdos, tengamos que firmar un documento.

Yo también tengo que responderles que voy a cumplir con mi responsabilidad histórica. No puedo dejar de legado para mis hijos y para las futuras generaciones un aval irresponsable. Esto lo digo en el mejor sentido de la palabra y con todo respeto a mis colegas que van a apoyar este proyecto de resolución legislativa.

Tengo que asumir, colegas congresistas, señora Presidenta, señores ministros, mi rol protagónico; y tengo que hacerlo despojándome de mi identificación partidaria, de mi identidad partidaria. Ésta es una responsabilidad que la estoy asumiendo como congresista de la República, donde el pueblo peruano, y particularmente los pueblos amazónicos, me confirieron la responsabilidad de representarlos.

Por eso es que, cuando quienes gobiernan nuestros pueblos se acuerdan —solamente en situaciones coyunturales— de los pueblos secularmente olvidados,
como la amazonía peruana y nuestras zonas fronterizas, tengo que decirles categóricamente, queridos colegas congresistas, que asumo con toda responsabilidad mi voto, y mi voto va a ser por el "no", señora Presidenta, colegas congresistas.

Y lo digo categóricamente; lo digo no porque a partir de esta sesión del día de hoy se haya querido diferenciar a los congresistas en el sentido de que los buenos van a votar por el "sí" y los malos van a votar por el "no"...

El colega congresista Gilberto Siura me dice que me tiembla la mano. Cuando dije, en una sesión anterior, "cuidado, el pueblo puede ganar las calles", el mismo congresista hizo la misma intervención; y ahí tenemos al pueblo, ahí tenemos a la juventud en la plaza Bolívar en estos momentos, en una acto de identificación y de patriotismo, expresando su voluntad, no porque algún partido político lo esté manipulando.

Nosotros respetamos las decisiones y las actitudes de todos ustedes de la mayoría.

... Me dicen que le diga al colega Siura que a él no le temblaron las manos para cavar las fosas de La Cantuta. No es mi expresión; pero podría yo también tener esos tipos de expresiones que podrían dividirnos aún más y polarizar nuestras perspectivas y puntos de vista.

Yo quiero, colegas, que no tengamos que estar ensanchando esa brecha de diferencias o de situaciones de antagonismo en un tema que más bien a todos debe unirnos.

Yo pienso que no se trata de que en esta resolución legislativa se tenga que definir entre la paz y la guerra; se trata simplemente, señora Presidenta, de establecer que la intangibilidad de nuestro territorio no debe ser mellada.

La historia nos está manifestando y nos está comprobando de que cuantas veces se haya hecho este tipo de anuncios y tratativas siempre ha habido la cesión de nuestro territorio.

Yo no entiendo cómo el Presidente del Ecuador acepta, por un lado, que el Perú tiene la razón; y, por otro, diga muy tranquilamente: "pero no quise firmar el documento que me presentaron y tengo que presentar mis condicionamientos".

Yo creo que hay insinceridad también, señora Presidenta, por parte del representante de Ecuador.

Qué confianza se puede dar a los señores que están en la obligación de defender y hacer cumplir el Protocolo, a los garantes del Protocolo, sin que luego tengamos que estar nuevamente en situaciones de esta naturaleza, en reuniones, mirándonos las caras y diciéndonos mutuamente que hemos tenido la culpa de un acuerdo que nos compromete realmente y que compromete a todas nuestras generaciones.

Por eso, señora congresista, colegas congresistas, señores ministros, pueblo peruano, consciente y consecuentemente con la realidad que estamos viviendo, recordando las hazañas libradas y el sacrificio, por esos hombres que han caído en la defensa de nuestra integridad territorial, rememorando los hechos que han significado al menos mantener nuestro territorio con los linderos actuales y a sabiendas de que el pueblo peruano, de que el Perú tiene la razón en los puntos de vista esgrimidos, reitero que mi voto va a ser por el "no", consciente y consecuentemente.

Muchas gracias, señora Presidenta.

La señora PRESIDENTA.— Señores, se suspende la sesión hasta las tres de la tarde.

—A las 14 horas y 05 minutos, se suspende la sesión.





 

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